El Libro de la Felicidad


La felicidad es algo muy misterioso. Prueba es de ello que pueda caber en un libro. Claro que esto es algo que a muchos puede parecerles un imposible. Y sin embargo ahí está esta joya, capaz de hacer feliz -sin ninguna duda- a cualquier bibliófilo. Quien la encargó, el sultán otomano Murad III, estaba tan satisfecho del resultado, que no dudó en hacerse representar en la miniatura del folio 7 "vestido como padishah o señor del universo", contemplando absorto sus hermosísimas ilustraciones.

Traducido de un original escrito en árabe al otomano por orden del propio sultán, el maravilloso volumen contiene la descripción de los doce signos del zodiaco ilustrada con espléndidas miniaturas, una serie de pinturas representando diferentes situaciones del ser humano según el influjo de los planetas, así como un folio que indica el carácter de las mujeres en función de sus ventajas físicas, pero también tablas para la correcta interpretación de los sueños, tablas astrológicas y astronómicas y un enigmático tratado de adivinación.

El mundo oriental se despliega ante nuestros ojos en cada miniatura: personajes misteriosos con extrañas poses, exóticas vestiduras de vistosos colores, lujosas mansiones y suntuosos palacios, mezquitas desde cuyos minaretes los muecines llaman a los fieles a la oración. Caballeros de porte elegante pasean sobre estilizados caballos enjaezados con ricos adornos. Y por todas partes, multitud de animales exóticos.

Todas las miniaturas parecen haber sido realizadas en el mismo taller, bajo la dirección del célebre maestro Ustad 'Osman, sin duda autor de la serie de pinturas dedicadas a los signos del zodiaco. 'Osman, activo entre 1559 y 1596, dirigió a los artistas del Serrallo desde 1570 y marcó un estilo que siguieron otros pintores de la corte, caracterizado por la precisión en los retratos y un soberbio tratamiento de la ilustración.

Con una encuadernación a la turca en piel tratada de forma natural y artesanal, combinando los tonos verde y rojo con una exuberante decoración muy rica en oro, el editor Manuel Moleiro ha realizado, a partir del original conservado en la Bibliothèque Nationale de France, lo que desde su editorial se califica como un "casi original" del Libro de la felicidad, que ahora presenta en un lujoso estuche acompañado de un libro de estudio de cerca de quinientas páginas, realizado por un equipo de especialistas de prestigio internacional.

El sultán, con su corte y su harén, gobernaba el imperio desde Constantinopla, donde arquitectos, pintores, calígrafos, joyeros, ceramistas, estudiosos y poetas, etc., trabajaban a su servicio. Sultanes como Solimán I el Magnífico o su nieto Murad III, cultos y sibaritas, se convierten en los grandes mecenas del arte, facilitando el espectacular desarrollo de los talleres del Serrallo, que crearon un arte otomano original que poco a poco se fue desprendiendo de la influencia persa, todavía presente en el siglo XV. El Sultanato de Murad III tuvo especial cuidado en proteger a miniaturistas, poetas, astrónomos y astrólogos. En la Sublime Puerta encontraron acomodo todos aquellos que tenían cierta relevancia en el mundo de las artes, la adivinación o la medicina.

Murad III, al contrario que su abuelo Solimán I el Magnífico, se mantuvo alejado del frente de batalla y dejó muchas facetas de su labor de gobierno a sus mujeres, tanto es así que su Sultanato se conoce como Sultanato de las mujeres (tuvo un sinfín de ellas, que le dieron 103 hijos en vida y 7 más después de morir). Pero como en esto de la felicidad, la desdicha también tiene su papel, a pesar del esplendor artístico y cultural de su corte, durante el reinado de Murad III, que duró veintiún años, de 1574 a 1595, el imperio otomano ya ha iniciado su decadencia.

Para entender la obra de Murad III es imprescindible conocer su época. En el volumen de estudio, Miguel Ángel y Bunes y Evrim Türkcelik nos ayudan a ello, invitándonos a un recorrido por la historia otomana del siglo XVI, que es en buena parte también la historia de la Europa danubina y balcánica y la del Mediterráneo oriental. Y también se ocupa este volumen de hacernos comprender la complejidad de las fuentes culturales que alimentan al Libro de la Felicidad. Tanto las iniaturas como los textos están inspirados en fuentes tan diversas como pueden ser El Corán, Las mil y una noches, el Shahnama, es decir, El Libro de los Reyes de Ferdowsi, el Libro de las Maravillas de Marco Polo, el Libro de las natividades de Albumasar, las Tablas que fijan la ciencia de la fisonomía y, de manera muy significativa, el Iskendername o Vida de Alejandro, aunque aquí el griego aparezca acompañado de ese misterioso personaje que es Al-Khidr, "el Verde", aquel que preservó la llamada "Cadena de Oro de la Sabiduría".

Pero además de este tesoro de ricas referencias que subyace bajo sus textos, e incluso más allá de la variedad de saberes que contiene, el Libro de la Felicidad es, antes que nada y sobre todo, un prodigio de colores y de figuras maravillosas, que unas veces parecen surgir de sueños apacibles y otras de pesadillas. Como se debe en un libro que pretende ser espejo de felicidad para el destino, y que por ello narra el azaroso viaje del alma buscando, unas veces dichas y logros, otras, paz y sosiego. En definitiva, el Libro de la Felicidad, hace honor a su nombre.

JOSÉ CRECENTE

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