Mapamundi (ff. 63v-64)
Pocas ilustraciones tan curiosas e inesperadas como ésta en los Beatos. El mapamundi se convierte en una de sus miniaturas a doble folio más conocidas y reproducidas, así como estudiadas por diversos especialistas (sobre todo G. Menéndez Pidal y, últimamente, S. Moralejo). La razón de su presencia estriba en un texto donde Beato habla de los doce apóstoles, "predicatores fidei et doctores gentium", las doce puertas de la Jerusalén celeste y las doce horas del día, que representan a la iglesia difundida por todo el orbe ("haec est ecclesia per universum orbem terrarum dilatata"). Indica en qué lugares predicó cada uno y, en consecuencia, se despliega un mapa del mundo, que debe ser objeto de la difusión de un cristianismo con carácter universal. En algunas ocasiones, como el Beato de Gerona (ff. 52v-53), hay una amplia imagen, previa al mapamundi, donde se pintan estos doce apóstoles y se indican los lugares de su predicación. En otros, como el Beato de Burgo de Osma (ff. 34v-35), procedente de otra familia de manuscritos, se integran estas figuras, sólo en busto, en el propio mapamundi. Pero nunca falta éste, salvo que se haya perdido, porque parece ya previsto en el plan original del mismo Beato en el siglo VIII ("subiectae formulae pictura demonstrat").
El original de este mapa estaría probablemente en san Isidoro de Sevilla, quien a su vez lo habría tomado de un modelo clásico anterior. En su esquema esencial repite la concepción tripartita antes señalada, con mención de los tres grandes continentes, a los que, sin embargo, añade otro desconocido. La tierra es circular, elíptica o, como en nuestro caso, rectangular con los vértices redondeados. La rodea el mar salpicado de islas y con peces, y su orientación no es la que acostumbramos a ver, sino que existe un eje vertical central que corresponde al Mediterráneo, quedando a la izquierda, que sería el norte, Europa, y a la derecha, el sur, África, estando toda la zona superior ocupada por Asia. Sobre esta base común y la presencia inevitable del paraíso terrenal, Jerusalén y otros lugares, cada mapa tiene su propia personalidad. Seguramente, el carácter simbólico que tuvo y la tendencia conservadora de la ilustración de los Beatos no produjo cambios apreciables que indicaran un conocimiento geográfico nuevo. La época y el lugar en que se copiaron estos códices no eran los más propicios a un avance científico y geográfico. Ciertas modalidades afectan con mayor intensidad a lugares próximos (singularmente en el Beato de Burgo de Osma) que a una concepción amplia del espacio.
Quizás el mapamundi del Beato de Fernando I no sea el más interesante, aunque posee sus particularidades más o menos curiosas. Salvo accidentes naturales, como montes o cordilleras, mares, ríos u océanos, los únicos elementos figurativos son los peces, apenas destacados por sus siluetas blancas sobre el fondo azul general, el paraíso terrenal con Adán y Eva, y la ciudad de Jerusalén. Hasta qué punto dependen los artistas de modelos de procedencias varias se pone de manifiesto en el paraíso. Las figuras de Adán y Eva no son exactamente iguales a las que se ven en las Genealogías (f. 10v). Además, se han añadido los dos árboles del bien y el mal, con la serpiente tentadora enrollada en éste. Jerusalén es una ciudad fortificada, de acuerdo con los convencionalismos representativos propios de entonces. El paraíso está en los confines de Asia, por eso cerca, a la derecha, se ve la inscripción que cita a la India. Hasta qué punto se es fiel al modelo antiguo lo prueba la presencia o cita de ciudades ya no existentes, como Troya, arriba a la izquierda, y Babilonia, tan importante simbólicamente para la Edad Media y de modo especial para el Apocalipsis.
La confianza en la tradición antigua recogida por enciclopedistas altomedievales lleva a creer en los seres fantásticos como el ave fénix. El mapamundi lo refleja indicando el lugar que habita, arriba, a la derecha, cerca del mons Taurus: "hic ave fenix". La parte hispana es bastante reducida, aunque con más nombres, significativamente, que otros lugares de occidente. Junto al Mediterráneo, abajo, se citan los Pirineos, Tarragona, Galicia, Asturias y Lisboa. En el mar Mediterráneo se distinguen varias islas, incluyendo entre ellas Cádiz, además de Mallorca y Menorca. Ya en el océano, en la zona africana se encuentran las legendarias islas Afortunadas, que luego se identificarán con las Canarias. Al otro lado está Gran Bretaña y Escocia (concebida como isla), más la mítica Tile o Tule. Otro de los puntos llamativos es la separación de una amplia franja a la derecha, al margen de los tres continentes, destinada a hacerse eco de algo que ya comentó san Isidoro en sus Etimologías: la posible existencia de un desconocido cuarto continente azotado por un horrible calor: "Deserta terra vicina soli ab ardore incognita nobis". Aunque aquí está despoblada, en otros manuscritos se encontrarán en ella seres fantásticos, como el esciápodo, de una sola pata monstruosamente grande.