Este folio es el que inicia propiamente el beato. Esta cruz se diferencia del esquema compositivo de las anteriores, aunque sigue respondiendo al modelo de la cruz de Oviedo.
La decoración en lacería recorre el interior de los brazos, generando cuatro círculos con oro en su interior. De los brazos laterales penden el alfa y el omega, marcando el inicio de un tipo de decoración que estará presente en formas más o menos variadas a lo largo del códice.
En los cuatro ángulos de la cruz se han situado unas delicadas rosetas, del mismo estilo que las dos que aparecen en el exterior del arco.
Lo que serían las columnas que soportan el arco están formadas por personajes, como si se tratara de atlantes, enlazados con estructuras en forma de aspa, cuyos extremos acaban en cabezas de dragones que muerden las piernas de los personajes.
La riqueza del colorido, de fondos amarillos, líneas rojas, con clara finalidad plástica, además del violeta, presta al conjunto un aspecto diferente al de las cruces de Oviedo mencionadas anteriormente.
La inscripción –Pax, Lux, Rex, Lex– revela la influencia carolingia del códice.
Ángela Franco Mata
Jefa del Departamento de Antigüedades Medievales del Museo Arqueológico Nacional
(Fragmento del libro de estudio Beato de Silos)