Al alba, María Magdalena se dirige llorosa a la tumba de Cristo con un frasco de ungüentos para embalsamarlo. Como demuestra su expresión lacrimosa, la santa todavía ignora el milagro de la Resurrección, aunque será su primera testigo. En este retrato de las Grandes Horas de Ana de Bretaña, María Magdalena destaca por el hermoso manto malva con toques de oro.
Los textos de todos los evangelistas coinciden en señalar a María Magdalena como la mujer que estuvo a los pies de la Cruz, la que asistió al funeral de Cristo y la primera testigo de su Resurrección.
En segundo plano, a cierta distancia, la siguen María, madre de Santiago, y Salomé.
Al alba, María Magdalena se dirige llorosa a la tumba de Cristo con un frasco de ungüentos para embalsamarlo. Como demuestra su expresión lacrimosa, la santa todavía ignora el milagro de la Resurrección, aunque será su primera testigo. En este retrato de las Grandes Horas de Ana de Bretaña, María Magdalena destaca por el hermoso manto malva con toques de oro.
Los textos de todos los evangelistas coinciden en señalar a María Magdalena como la mujer que estuvo a los pies de la Cruz, la que asistió al funeral de Cristo y la primera testigo de su Resurrección.
En segundo plano, a cierta distancia, la siguen María, madre de Santiago, y Salomé.