Los trabajos del campo desarrollados con más frecuencia durante el mes de julio son el esquileo y, por supuesto, la siega. En esta ocasión, los Limbourg decidieron ubicar estas dos escenas simultáneas en la localidad de Poitiers. Jean de Berry había recibido como patrimonio Poitou y Auvernia, con que el marco de esta escena vuelve a ser una de sus residencias. En la esquina inferior derecha, un hombre y una mujer –él de frente y ella de espaldas– esquilan las ovejas. Pueden apreciarse claramente los montones de lana esquilada que se acumulan entre los dos. De nuevo, el curso de un río, el Clain, cruza transversalmente la imagen y contribuye a crear una sensación muy realista de profundidad, sugiriendo cierta idea de distancia. En la orilla contraria dos campesinos siegan el trigo con hoces. Llama la atención el detalle con que se ha plasmado el manto de trigo, sembrado de amapolas y acianos. Aunque el castillo del fondo ya no existe –lo cual revaloriza la miniatura como testimonio documental–, se sabe que Jean de Berry lo había mandado construir tres o cuatro décadas antes. Con todo, resulta reconocible por su planta triangular y sus dependencias rodeadas de zanjas. Se accede a ellas por pasarelas y puentes levadizos.
Las montañas que los Limbourg pintaron en último plano tienen el mismo diseño que se repite a menudo a lo largo de su obra, el de forma cónica.
Los trabajos del campo desarrollados con más frecuencia durante el mes de julio son el esquileo y, por supuesto, la siega. En esta ocasión, los Limbourg decidieron ubicar estas dos escenas simultáneas en la localidad de Poitiers. Jean de Berry había recibido como patrimonio Poitou y Auvernia, con que el marco de esta escena vuelve a ser una de sus residencias. En la esquina inferior derecha, un hombre y una mujer –él de frente y ella de espaldas– esquilan las ovejas. Pueden apreciarse claramente los montones de lana esquilada que se acumulan entre los dos. De nuevo, el curso de un río, el Clain, cruza transversalmente la imagen y contribuye a crear una sensación muy realista de profundidad, sugiriendo cierta idea de distancia. En la orilla contraria dos campesinos siegan el trigo con hoces. Llama la atención el detalle con que se ha plasmado el manto de trigo, sembrado de amapolas y acianos. Aunque el castillo del fondo ya no existe –lo cual revaloriza la miniatura como testimonio documental–, se sabe que Jean de Berry lo había mandado construir tres o cuatro décadas antes. Con todo, resulta reconocible por su planta triangular y sus dependencias rodeadas de zanjas. Se accede a ellas por pasarelas y puentes levadizos.
Las montañas que los Limbourg pintaron en último plano tienen el mismo diseño que se repite a menudo a lo largo de su obra, el de forma cónica.