Una vez más, los elementos relacionados con la vida de Jean de Berry aparecen en la escena. El castillo es donde nació, el 30 de noviembre de 1340, y el bosque el de Vincennes. Esta fortaleza, más que castillo, había sido agrandada, embellecida y remodelada por su hermano, el rey Carlos V, para guardar sus tesoros. Esta ampliación había afectado muy especialmente a su biblioteca, con numerosos códices, obras maestras del arte de la miniatura.
Un lacayo de caza armado con un venablo toca el cuerno para indicar que los dogos, mastines y perros corrientes han derribado al animal. Otro, con librea, retiene al sabueso, o perro de San Huberto, al que sujeta por la correa. Tras el bosque de follaje amarillento se perfilan las torres cuadradas y el torreón del castillo de Vincennes, única parte de la miniatura que parece obra de los Limbourg. El resto es de Bartolomé van Eyck, tal vez sobre un esbozo de los tres hermanos. Sin duda los perros y algunos otros detalles nos recuerdan a un dibujo de Giovannino de’ Grassi que se conserva en Bérgamo, Italia.
Algunos autores han querido ver en esta escena tan sangrienta una representación de la Guerra de los Cien Años contra Inglaterra, que tantos sinsabores, preocupaciones y problemas le dio a Jean de Berry, sobre todo por la dura y más que amarga derrota de los franceses en la Batalla de Azincourt. En esta batalla el duque perdió a varios familiares y a múltiples amigos. Quizás por ello estos autores han visto a Inglaterra en la imagen del jabalí negro, aunque en realidad este jabalí sea más un símbolo de Bretaña... El jabalí era un animal odiado, especialmente por los campesinos, a los que arruinaba muchas cosechas, pero su carne era muy apreciada entre la nobleza. Por otra parte, su caza les servía de diversión y entrenamiento para la guerra.
Una vez más, los elementos relacionados con la vida de Jean de Berry aparecen en la escena. El castillo es donde nació, el 30 de noviembre de 1340, y el bosque el de Vincennes. Esta fortaleza, más que castillo, había sido agrandada, embellecida y remodelada por su hermano, el rey Carlos V, para guardar sus tesoros. Esta ampliación había afectado muy especialmente a su biblioteca, con numerosos códices, obras maestras del arte de la miniatura.
Un lacayo de caza armado con un venablo toca el cuerno para indicar que los dogos, mastines y perros corrientes han derribado al animal. Otro, con librea, retiene al sabueso, o perro de San Huberto, al que sujeta por la correa. Tras el bosque de follaje amarillento se perfilan las torres cuadradas y el torreón del castillo de Vincennes, única parte de la miniatura que parece obra de los Limbourg. El resto es de Bartolomé van Eyck, tal vez sobre un esbozo de los tres hermanos. Sin duda los perros y algunos otros detalles nos recuerdan a un dibujo de Giovannino de’ Grassi que se conserva en Bérgamo, Italia.
Algunos autores han querido ver en esta escena tan sangrienta una representación de la Guerra de los Cien Años contra Inglaterra, que tantos sinsabores, preocupaciones y problemas le dio a Jean de Berry, sobre todo por la dura y más que amarga derrota de los franceses en la Batalla de Azincourt. En esta batalla el duque perdió a varios familiares y a múltiples amigos. Quizás por ello estos autores han visto a Inglaterra en la imagen del jabalí negro, aunque en realidad este jabalí sea más un símbolo de Bretaña... El jabalí era un animal odiado, especialmente por los campesinos, a los que arruinaba muchas cosechas, pero su carne era muy apreciada entre la nobleza. Por otra parte, su caza les servía de diversión y entrenamiento para la guerra.