Libro de Horas de Jean de Montauban

Oración a la Virgen: Obsecro te. Virgen con el niño, f.17r


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En esta página, la Virgen con el niño ocupa el lugar de honor. Aparece sentada en gloria en un trono, con una medialuna a sus pies, ante una mandorla solemne y radiante de la que tan solo se distingue la parte superior y que reaparecerá al final de este libro de horas (f. 127r), utilizada de nuevo en su honor. Desde el cielo una mano de Dios señala y bendice a María, a la que vemos coronada, vestida suntuosamente y con el niño Jesús en brazos. Este parece dirigirse, con un gesto de bendición, a un noble (probablemente Jean de Montauban) que está arrodillado ante él con las manos juntas y le ruega por su salvación, según indica la filacteria que surge de entre sus manos (Miserere mei Deus: «Dios, ten piedad de mí»). Dicho personaje está acompañado de otro, situado justo detrás; se trata de un santo, puesto que está nimbado, y podría ser su patrón. 

Por encima del círculo radiante que rodea esta escena figura, a escala reducida, la propia Trinidad, adorada por dos serafines rojizos: a la derecha vemos al padre en busto, con tiara, sosteniendo una cruz al hombro (lo cual no es habitual) y bendiciendo al hijo, que se encuentra frente a él y también lo bendice, mientras que la paloma del Espíritu Santo sirve de vínculo entre ambos, cobijándolos bajos las alas.

A la izquierda, algo compactada y bajo el escudo de armas de la familia Montauban, que volveremos a ver en distintas miniaturas de este libro de horas, se representa la figura de san Pedro, de pie. Sostiene una llave enorme apoyada en el hombro y de su boca surge una larga filacteria, desprovista de inscripción, que sin embargo indica su magisterio supremo. Por debajo de él se encuentran dos santos más. El primero, que porta una lanza y podría ser el apóstol Tomás, señala con el dedo y, como todos los demás, se acompaña de una filacteria que simboliza su prédica y/o su enseñanza. Debajo, también de pie, otro santo. 

Frente a san Pedro, al otro lado de la página, dos ángeles juveniles sobrevuelan tres parejas de santos situados en sendos niveles, todos ellos de pie y sosteniendo o «emitiendo» una filacteria. En el nivel superior, el santo de la izquierda (¿Pablo?) lleva un libro abierto y una enorme espada mientras habla con otro santo que también lleva un libro; entre ellos se encuentra lo que parece medio marco de madera. En el nivel intermedio, el santo de la izquierda, de apariencia muy joven, va vestido con una suntuosa capa roja, lleva una palma y se dirige a otro santo con sombrero y un bastón de peregrino (¿Santiago?) y le señala una página de un libro. Por último, en el nivel inferior, otros dos santos barbudos, los dos con gorro y un libro. 

Debajo del círculo central de la Virgen y el niño, de nuevo (como en el folio 16r) una capitular alberga la paloma del Espíritu Santo, en este caso una O situada junto al inicio de una oración dirigida a la Virgen: Obsecro te domina sancta («Te ruego, santa Señora»).

En la escena inferior vemos de espaldas, frente al altar, a un papa con tiara triple y nimbo que, ataviado con vestimenta litúrgica, lee una oración de un misal colocado en un atril. Lo rodean, a la izquierda, un obispo (curiosamente, con tiara) y un cardenal con sombrero, y, a la derecha, ocho santos nimbados, a quienes se suman los dos serafines rojos que, al pie de los escalones, parecen escoltarlo o sostenerlo. Esta última escena, bastante enigmática, probablemente haga referencia a alguna de las declaraciones papales hechas en Roma de uno de los numerosos títulos otorgados a María por la Iglesia.


f. 17r

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Oración a la Virgen: Obsecro te. Virgen con el niño, f.17r

En esta página, la Virgen con el niño ocupa el lugar de honor. Aparece sentada en gloria en un trono, con una medialuna a sus pies, ante una mandorla solemne y radiante de la que tan solo se distingue la parte superior y que reaparecerá al final de este libro de horas (f. 127r), utilizada de nuevo en su honor. Desde el cielo una mano de Dios señala y bendice a María, a la que vemos coronada, vestida suntuosamente y con el niño Jesús en brazos. Este parece dirigirse, con un gesto de bendición, a un noble (probablemente Jean de Montauban) que está arrodillado ante él con las manos juntas y le ruega por su salvación, según indica la filacteria que surge de entre sus manos (Miserere mei Deus: «Dios, ten piedad de mí»). Dicho personaje está acompañado de otro, situado justo detrás; se trata de un santo, puesto que está nimbado, y podría ser su patrón. 

Por encima del círculo radiante que rodea esta escena figura, a escala reducida, la propia Trinidad, adorada por dos serafines rojizos: a la derecha vemos al padre en busto, con tiara, sosteniendo una cruz al hombro (lo cual no es habitual) y bendiciendo al hijo, que se encuentra frente a él y también lo bendice, mientras que la paloma del Espíritu Santo sirve de vínculo entre ambos, cobijándolos bajos las alas.

A la izquierda, algo compactada y bajo el escudo de armas de la familia Montauban, que volveremos a ver en distintas miniaturas de este libro de horas, se representa la figura de san Pedro, de pie. Sostiene una llave enorme apoyada en el hombro y de su boca surge una larga filacteria, desprovista de inscripción, que sin embargo indica su magisterio supremo. Por debajo de él se encuentran dos santos más. El primero, que porta una lanza y podría ser el apóstol Tomás, señala con el dedo y, como todos los demás, se acompaña de una filacteria que simboliza su prédica y/o su enseñanza. Debajo, también de pie, otro santo. 

Frente a san Pedro, al otro lado de la página, dos ángeles juveniles sobrevuelan tres parejas de santos situados en sendos niveles, todos ellos de pie y sosteniendo o «emitiendo» una filacteria. En el nivel superior, el santo de la izquierda (¿Pablo?) lleva un libro abierto y una enorme espada mientras habla con otro santo que también lleva un libro; entre ellos se encuentra lo que parece medio marco de madera. En el nivel intermedio, el santo de la izquierda, de apariencia muy joven, va vestido con una suntuosa capa roja, lleva una palma y se dirige a otro santo con sombrero y un bastón de peregrino (¿Santiago?) y le señala una página de un libro. Por último, en el nivel inferior, otros dos santos barbudos, los dos con gorro y un libro. 

Debajo del círculo central de la Virgen y el niño, de nuevo (como en el folio 16r) una capitular alberga la paloma del Espíritu Santo, en este caso una O situada junto al inicio de una oración dirigida a la Virgen: Obsecro te domina sancta («Te ruego, santa Señora»).

En la escena inferior vemos de espaldas, frente al altar, a un papa con tiara triple y nimbo que, ataviado con vestimenta litúrgica, lee una oración de un misal colocado en un atril. Lo rodean, a la izquierda, un obispo (curiosamente, con tiara) y un cardenal con sombrero, y, a la derecha, ocho santos nimbados, a quienes se suman los dos serafines rojos que, al pie de los escalones, parecen escoltarlo o sostenerlo. Esta última escena, bastante enigmática, probablemente haga referencia a alguna de las declaraciones papales hechas en Roma de uno de los numerosos títulos otorgados a María por la Iglesia.


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