La traición y prendimiento de Cristo es una de las mejores miniaturas de todo el Libro de Horas de Luis de Orleans. El pintor, Jean Colombe, ha sabido aprovechar las enseñanzas de los hermanos Limbourg en cuanto a la representación de las escenas nocturnas. El color púrpura del cielo, donde se recortan árboles y elementos arquitectónicos oscuros, y la escasa luz que proyectan los hachones y que se refleja en los cuerpos contribuyen al dramatismo.
Cristo, de un tamaño considerablemente mayor que Judas, recibe del apóstol un beso en los labios, el beso de la paz, propio del arte italiano. El traidor lleva en el costado derecho un saco de monedas, por las que vendió a su maestro. Los demás personajes se mueven alrededor de ellos: san Pedro, a la izquierda, levanta vigorosamente el brazo derecho para asestar un golpe de espada a Malco, representado detrás de Cristo como un soldado dispuesto a prenderlo. Detrás del Señor, a su derecha, aparece otro apóstol, reconocible sólo por su nimbo.
La traición fue una de las primeras escenas de la Pasión en ser representadas; los primeros ejemplos conservados datan del siglo iv y, desde entonces, no cesó de figurarse a lo largo de la Edad Media. A menudo, la traición y el prendimiento de Cristo se combinan con el beso de Judas, que aparece como el motivo principal, mientras que el arresto queda sólo sugerido.
En la Alta Edad Media, la escena de Malco, que podría presentarse como un episodio independiente, se une al conjunto, como puede verse en los Evangelios de san Agustín y en relieves carolingios tardíos. En todas estas representaciones, Judas se aproxima a Cristo desde la derecha; en las imágenes que lo hace desde la izquierda, como en el Libro de Horas de Luis de Orleans, se debe probablemente a una tradición que mostraba el beso de Judas sin Malco. Este, representado como sirviente, toma a Cristo prisionero en un evangeliario bizantino del siglo xi; como Cristo camina hacia el traidor que lo abraza, Malco lo agarra por detrás, mientras Pedro le corta la oreja sin que el Señor lo perciba. Giotto recogerá todos estos aspectos en uno de los frescos de la capilla Scrovegni de Papua. A finales de la Edad Media, el beso de Judas y el prendimiento están presentes en casi todos los altares de la Pasión.
Enmarca la escena una cenefa de aspecto heráldico con ramas cortadas que forman losanges de fondo azur donde se inserta una flor de lis de oro, indicando el rango del poseedor de este libro de horas; los triángulos restantes se llenan con flores o monstruos dorados. Así, el Libro de Horas de Luis de Orleans adquiere un cierto carácter político con las flores de lis como signo de reconocimiento familiar y hereditario, dentro de una sociedad en que las ideas abstractas sólo podían tener éxito si se formulaban en imágenes. El oro y el azur eran los colores reales desde inicios del siglo xii. El emblema de la flor de lis se afirmó bajo su forma de lis heráldico de tres pétalos sin pistilos, hacia 1250, durante el reinado de Luis ix. El escudo de Francia tomó entonces su forma definitiva, sembrado de innumerables lises. Sin embargo, bajo el gobierno de Carlos v el Sabio (1364-1380) se prefirió el escudo de tres lises, aunque las ramas menores continuaron llevándolo lleno hasta mediados del siglo.
La traición y prendimiento de Cristo es una de las mejores miniaturas de todo el Libro de Horas de Luis de Orleans. El pintor, Jean Colombe, ha sabido aprovechar las enseñanzas de los hermanos Limbourg en cuanto a la representación de las escenas nocturnas. El color púrpura del cielo, donde se recortan árboles y elementos arquitectónicos oscuros, y la escasa luz que proyectan los hachones y que se refleja en los cuerpos contribuyen al dramatismo.
Cristo, de un tamaño considerablemente mayor que Judas, recibe del apóstol un beso en los labios, el beso de la paz, propio del arte italiano. El traidor lleva en el costado derecho un saco de monedas, por las que vendió a su maestro. Los demás personajes se mueven alrededor de ellos: san Pedro, a la izquierda, levanta vigorosamente el brazo derecho para asestar un golpe de espada a Malco, representado detrás de Cristo como un soldado dispuesto a prenderlo. Detrás del Señor, a su derecha, aparece otro apóstol, reconocible sólo por su nimbo.
La traición fue una de las primeras escenas de la Pasión en ser representadas; los primeros ejemplos conservados datan del siglo iv y, desde entonces, no cesó de figurarse a lo largo de la Edad Media. A menudo, la traición y el prendimiento de Cristo se combinan con el beso de Judas, que aparece como el motivo principal, mientras que el arresto queda sólo sugerido.
En la Alta Edad Media, la escena de Malco, que podría presentarse como un episodio independiente, se une al conjunto, como puede verse en los Evangelios de san Agustín y en relieves carolingios tardíos. En todas estas representaciones, Judas se aproxima a Cristo desde la derecha; en las imágenes que lo hace desde la izquierda, como en el Libro de Horas de Luis de Orleans, se debe probablemente a una tradición que mostraba el beso de Judas sin Malco. Este, representado como sirviente, toma a Cristo prisionero en un evangeliario bizantino del siglo xi; como Cristo camina hacia el traidor que lo abraza, Malco lo agarra por detrás, mientras Pedro le corta la oreja sin que el Señor lo perciba. Giotto recogerá todos estos aspectos en uno de los frescos de la capilla Scrovegni de Papua. A finales de la Edad Media, el beso de Judas y el prendimiento están presentes en casi todos los altares de la Pasión.
Enmarca la escena una cenefa de aspecto heráldico con ramas cortadas que forman losanges de fondo azur donde se inserta una flor de lis de oro, indicando el rango del poseedor de este libro de horas; los triángulos restantes se llenan con flores o monstruos dorados. Así, el Libro de Horas de Luis de Orleans adquiere un cierto carácter político con las flores de lis como signo de reconocimiento familiar y hereditario, dentro de una sociedad en que las ideas abstractas sólo podían tener éxito si se formulaban en imágenes. El oro y el azur eran los colores reales desde inicios del siglo xii. El emblema de la flor de lis se afirmó bajo su forma de lis heráldico de tres pétalos sin pistilos, hacia 1250, durante el reinado de Luis ix. El escudo de Francia tomó entonces su forma definitiva, sembrado de innumerables lises. Sin embargo, bajo el gobierno de Carlos v el Sabio (1364-1380) se prefirió el escudo de tres lises, aunque las ramas menores continuaron llevándolo lleno hasta mediados del siglo.