La tumba de los reyes Tmolos y Gyges que se menciona en el verso 633 de las Theriaka se completa, en la página siguiente, por las personificaciones del río Kaustros (καυστρoς) y del valle de Cilbis (κιλβις). La composición simétrica opone sus obscuras siluetas que se destacan contra un paisaje tratado con avisado pincel en leve aguada. La paleta se reduce al extremo. Sólo el azul y el marrón de las vestiduras se corresponden, utilizados también en los resaltos que subrayan la arquitectura del fondo.
Es sorprendente que el joven sentado en la parte izquierda de la imagen no corresponda exactamente a la antigua iconografía de los cursos de agua: su hombro no está desnudo y no lleva barba, ni cuerno de la abundancia, atributos convencionales de los ríos. La ausencia de cualquier pie impide determinar, de modo seguro, la identidad de ambas alegorías. Con su hombro desnudo, la mujer acodada en la roca podría personificar muy bien una fuente, si no estuviera tocada con una pequeña torre, signo distintivo de las figuras de ciudades. Esas alegorías de ciudades florecen en el Rotulus de Josué de la Biblioteca vaticana. En este manuscrito, como en el Parisianus graecus 139, las personificaciones de los lugares geográficos se designan siempre por su nombre. Curiosamente, el pintor del Nicandro de París no respetó esta antigua tradición. Pese a ello, parece razonable considerar que el joven representa efectivamente el río Kaustros. El tratamiento de la superficie de agua que se extiende a sus pies en nada difiere de la parte baja del quitón azul, de modo que parece manar de la propia vestidura de la personificación masculina.
La tumba de los reyes Tmolos y Gyges que se menciona en el verso 633 de las Theriaka se completa, en la página siguiente, por las personificaciones del río Kaustros (καυστρoς) y del valle de Cilbis (κιλβις). La composición simétrica opone sus obscuras siluetas que se destacan contra un paisaje tratado con avisado pincel en leve aguada. La paleta se reduce al extremo. Sólo el azul y el marrón de las vestiduras se corresponden, utilizados también en los resaltos que subrayan la arquitectura del fondo.
Es sorprendente que el joven sentado en la parte izquierda de la imagen no corresponda exactamente a la antigua iconografía de los cursos de agua: su hombro no está desnudo y no lleva barba, ni cuerno de la abundancia, atributos convencionales de los ríos. La ausencia de cualquier pie impide determinar, de modo seguro, la identidad de ambas alegorías. Con su hombro desnudo, la mujer acodada en la roca podría personificar muy bien una fuente, si no estuviera tocada con una pequeña torre, signo distintivo de las figuras de ciudades. Esas alegorías de ciudades florecen en el Rotulus de Josué de la Biblioteca vaticana. En este manuscrito, como en el Parisianus graecus 139, las personificaciones de los lugares geográficos se designan siempre por su nombre. Curiosamente, el pintor del Nicandro de París no respetó esta antigua tradición. Pese a ello, parece razonable considerar que el joven representa efectivamente el río Kaustros. El tratamiento de la superficie de agua que se extiende a sus pies en nada difiere de la parte baja del quitón azul, de modo que parece manar de la propia vestidura de la personificación masculina.