Dieciocho de los cuarenta folios pintados del manuscrito parisino de Nicandro proponen una evocación de la figura humana. En el tratamiento de la anatomía es donde se manifiesta más plenamente el sentimiento antiguo que caracteriza el manuscrito. El personaje recurrente, vestido con una larga toga decorada con los clavi, esas dos franjas que, entre los romanos, señalaban el rango de un dignatario, y atacado unas veces por una serpiente, otras por un enjambre de insectos (folio 26r) se emparenta indiscutiblemente con el estilo de las pinturas romanas de la época imperial.
Dieciocho de los cuarenta folios pintados del manuscrito parisino de Nicandro proponen una evocación de la figura humana. En el tratamiento de la anatomía es donde se manifiesta más plenamente el sentimiento antiguo que caracteriza el manuscrito. El personaje recurrente, vestido con una larga toga decorada con los clavi, esas dos franjas que, entre los romanos, señalaban el rango de un dignatario, y atacado unas veces por una serpiente, otras por un enjambre de insectos (folio 26r) se emparenta indiscutiblemente con el estilo de las pinturas romanas de la época imperial.