Como se ha indicado, la miniatura de Venus, con la datación 1582, debería figurar en esta serie de los planetas en quinto lugar. La regencia de Venus está marcada por el deleite, los pasatiempos, la alegría y la belleza. Por encima de la alegre animación, la diosa planetaria se desplaza en su carro celestial de color anaranjado, al que están uncidas dos palomas. En la mano izquierda, Venus lleva como atributo una flecha. Con la derecha sostiene a Amor, atado a una correa que, con los ojos vendados, se mantiene en equilibrio sobre una pierna en el pescante, a punto de disparar una flecha con su arco. La aparición de la diosa planetaria, radiante, iluminada por una luz clara, enmarcada por una corona de nubes, se acompaña de un corazón alado, atravesado por una flecha, que aparece en el cielo como un leitmotiv. En torno a la imagen central, el miniaturista compone diferentes escenas de actividad humana en el campo, al aire libre. Una escena cortesana en el margen inferior de la imagen muestra el deleite físico y musical de sus protagonistas. El margen derecho está reservado a la capa social más llana, la campesina, una clientela más bien inusual para los hijos del planeta Venus. La fiesta campesina con un gaitero y parejas bailando se complementa, en la parte delantera, con otra pareja de enamorados a la sombra de un árbol y, en la trasera, con una pareja cabalgando. En el centro de la miniatura, dentro de un nicho formado por pilastras y columnas antepuestas, se encuentra la redoma. En su interior un magnífico pavo real despliega su cola en abanico.
En alquimia, la cola de pavo real es un símbolo que ilustra los fenómenos de cambio de color que se hacen visibles durante el proceso de transmutación en el interior de la redoma. La representación del pavo real que, en la Edad Media, se consideraba un noble oiseau asociado a los altos estratos de la sociedad, tiene lugar en el quinto grado del proceso, en la imagen del planeta Venus. Petra Schramm se arriesga con una interpretación general de la miniatura y considera la actividad de los hijos de los planetas, que tocan música, juegan y bailan, como preludio de la boda química, para aumentar la capacidad amatoria. En este sentido, las dos aves asociadas a Venus se consideraban como afrodisíacas: se creía que la carne de pavo real aumentaba la potencia masculina y la carne de paloma la disposición de las mujeres a entregarse.
Jörg Völlnagel
(Historiador del Arte e investigador asociado de los Staatliche Museen zu Berlin)