Hoy en día, cuando la prioridad del descubrimiento portugués de la costa occidental de África es desde hace mucho tiempo un hecho incontestado, el Atlas Vallard ya no es mencionado como testimonio de ésta, sino más bien como una prueba de un vago conocimiento de Australia en la primera mitad del siglo XVI. Aunque ni en las crónicas portuguesas, ni en la documentación de los archivos, ni siquiera en las cartas náuticas portuguesas que se conservan se hallen indicios de tal conocimiento, el hecho de que el Atlas Vallard incluya junto a los accidentes geográficos de las costas que parecen corresponder al continente australiano topónimos casi enteramente portugueses demuestra con creces que fue copiado de prototipos portugueses hoy desaparecidos. Esto confiere más verosimilitud a la hipótesis de que el vasto continente dibujado, aunque de modo bastante incorrecto, inmediatamente al sur de Insulindia, quiera de hecho representar Australia.
Es posible que el avistamiento de Australia esté relacionado con la búsqueda del Pulo Mas (del malayo Pulau Emas, «Isla del Oro») del que se decía que estaba en alguna parte al sur de Sumatra, donde las playas serían de oro en polvo en lugar de arena. Esa leyenda malaya puede tener un fondo de verdad y resultar de un vago conocimiento de la existencia de yacimientos de oro en la zona de Kimberley, en el noroeste de Australia. Pescadores o comerciantes de las islas más vecinas, como Flores, que se habrían aventurado hasta allí podrían haber encontrado pepitas de oro en las arenas de los arroyos de esta región. De ese hecho real, magnificado por la imaginación popular, habría surgido el mito del Pulo Mas. Tal vez algún navegante portugués, entusiasmado con esa leyenda o simplemente desviado por los vientos, navegara desde la zona de Timor hacia el Sur, yendo a parar a Australia. A diferencia del comercio del clavo de las Molucas y del de la nuez moscada de Banda, el comercio del sándalo de Timor no era un monopolio real y quedó en manos de mercaderes privados, que no dejaron archivo alguno; por este motivo, no es posible determinar cuándo tuvo lugar dicho avistamiento ni quién lo hizo.
Luís Filipe F. R. Thomaz
Director del Instituto de Estudios Orientales de la Universidad Católica Portuguesa
(Fragmento del volumen de estudios Atlas Vallard)