Contemplamos la visión de la corte celestial, una miniatura espectacular, llena de colorido, personajes y simbolismo.
El Cordero es el personaje central, en torno al cual se sitúan los cuatro seres vivientes y una representación de los veinticuatro ancianos. En el texto de Beato, los vivientes y los ancianos personifican simbólicamente la Ley. Los cuatro animales simbolizan a los cuatro evangelistas: el león se identifica con san Marcos, el toro con san Lucas, el hombre con san Mateo y el águila con san Juan. En esta ocasión se han representado con grandes alas rojas decoradas y sobre las ruedas de Ezequiel. Los ancianos se han reducido a doce, cuatro de ellos ante los símbolos de los evangelistas, y el resto tocando instrumentos musicales o portando lámparas.
La estructura circular con la que el miniaturista ha organizado la composición evoca una cúpula. Se ha interpretado como una visión cósmica, formada a partir de círculos concéntricos. El sentido estático de la imagen contrasta con el dinamismo de la miniatura dedicada al Infierno (f. 2r), cuyos personajes transmitían movimiento continuo, así como la propia estructura de la imagen, que invitaba al espectador a hacerla girar.
Cristo aparece entronizado sobre los círculos, portando el libro de la revelación escrito por dentro y por fuera y sellado con siete sellos, que sólo podrá abrir el Cordero. Está inscrito en una vistosa mandorla decorada que sostienen dos ángeles, a los que el artista ha pintado tres alas de colores desplegadas.
Ángela Franco Mata
Jefa del Departamento de Antigüedades Medievales del Museo Arqueológico Nacional
(Fragmento del libro de estudio Beato de Silos)