Un ejército numeroso «como las arenas del mar» está ante la Bestia liberada del pozo del abismo (cf. f. 72): el diablo ha reunido a las naciones afectas a su causa para invadir la tierra de los santos que vivían, desde hacía mil años, en la paz de la Iglesia. El pasaje del Apocalipsis ilustrado aquí es, en realidad, la consumación de una profecía de Ezequiel (Ez 1, 29-30) que predice, al final de los tiempos, una reunión de pueblos procedentes del norte y conducidos por Gog, el soberano libio de Magog; atacarán a los apacibles habitantes de las montañas de Israel, provocando así la ira del Señor que se mostrará, entonces, con su verdadero aspecto y los exterminará a todos con una lluvia de fuego y azufre.
La imagen muestra las lenguas del fuego divino cayendo sobre el dragón alado de siete cabezas (registro superior), antes de lanzarlo de cabeza al «estanque de fuego y azufre», el Infierno personificado en el registro inferior por las fauces del monstruo Leviatán. Atrapado entre las llamas celestiales y el brasero infernal, el compacto grupo de los condenados desnudos, culpables de no haber sabido resistirse a la seducción de la Bestia, se dispone a ser devorado también para sufrir, dice el texto (Ap. 20, 10), los peores tormentos durante los siglos de los siglos. La ambición didáctica del códice no se debilita y la yuxtaposición antinómica, a su derecha, de una representación de la Iglesia triunfante, coronada por una cruz de oro que supera la línea de demarcación entre ambos registros –como para poner de relieve la omnipotencia de Cristo–, acentúa más aún el mensaje tropológico del conjunto.
En la página opuesta, Juan se ha puesto a escribir de nuevo; tiene su raspador en la mano izquierda.
Marie-Thérèse Gousset y Marianne Besseyre
Centro de Investigación de Manuscritos Iluminados, Bibliothèque nationale de France
Fragmento del libro de estudio Apocalipsis 1313
Un ejército numeroso «como las arenas del mar» está ante la Bestia liberada del pozo del abismo (cf. f. 72): el diablo ha reunido a las naciones afectas a su causa para invadir la tierra de los santos que vivían, desde hacía mil años, en la paz de la Iglesia. El pasaje del Apocalipsis ilustrado aquí es, en realidad, la consumación de una profecía de Ezequiel (Ez 1, 29-30) que predice, al final de los tiempos, una reunión de pueblos procedentes del norte y conducidos por Gog, el soberano libio de Magog; atacarán a los apacibles habitantes de las montañas de Israel, provocando así la ira del Señor que se mostrará, entonces, con su verdadero aspecto y los exterminará a todos con una lluvia de fuego y azufre.
La imagen muestra las lenguas del fuego divino cayendo sobre el dragón alado de siete cabezas (registro superior), antes de lanzarlo de cabeza al «estanque de fuego y azufre», el Infierno personificado en el registro inferior por las fauces del monstruo Leviatán. Atrapado entre las llamas celestiales y el brasero infernal, el compacto grupo de los condenados desnudos, culpables de no haber sabido resistirse a la seducción de la Bestia, se dispone a ser devorado también para sufrir, dice el texto (Ap. 20, 10), los peores tormentos durante los siglos de los siglos. La ambición didáctica del códice no se debilita y la yuxtaposición antinómica, a su derecha, de una representación de la Iglesia triunfante, coronada por una cruz de oro que supera la línea de demarcación entre ambos registros –como para poner de relieve la omnipotencia de Cristo–, acentúa más aún el mensaje tropológico del conjunto.
En la página opuesta, Juan se ha puesto a escribir de nuevo; tiene su raspador en la mano izquierda.
Marie-Thérèse Gousset y Marianne Besseyre
Centro de Investigación de Manuscritos Iluminados, Bibliothèque nationale de France
Fragmento del libro de estudio Apocalipsis 1313