La pintura está por entero consagrada a la representación de la «plaga de granizo» que cae sobre el género humano. De la nube, consistente y formando pliegues al modo de un cortinaje de festoneados contornos, brotan largas llamas y una lluvia de enormes y oblongos granizos que caen, recios, hacia el suelo. El peso del monstruoso granizo, que la traducción de la Biblia en lenguaje moderno indicó como de, aproximadamente, «ochenta libras», es evaluado por Juan en un talento, medida de peso variable, utilizada por los griegos en la época en que se redactó el Apocalipsis. El comentarista precisa que hay tres clases de talentos: el grande, que equivale a ciento veinte libras y acarrea la condenación eterna para quienes golpean; el mediano, que corresponde a setenta y dos libras y representa las blasfemias proferidas contra Dios en setenta y dos lenguas; el pequeño, finalmente, pesa cincuenta libras, desprovisto aquí de simbolismo porque, sin duda, ha sido considerado demasiado débil para desempeñar un papel en semejante cataclismo. De este modo, cada cual es herido en la medida de sus obras y de las penas que merece. El diluvio de piedras pesadas y puntiagudas hiere gravemente a los hombres cuyas posturas el artista ha diversificado: levantando algunos la mano, más para maldecir al cielo que para protegerse de los golpes, gesticulan y caen unos sobre otros cubriendo una tierra trastornada aún por el seísmo que se ha producido anteriormente.
Marie-Thérèse Gousset y Marianne Besseyre
Centro de Investigación de Manuscritos Iluminados, Bibliothèque nationale de France
Fragmento del libro de estudio Apocalipsis 1313