Como un navío, la Bestia de siete cabezas y diez cuernos reposa sobre las verdes aguas del río que representan la multitud de los pecadores; lleva a la reina ignominiosa, sentada sobre su lomo como en un trono real. Algunos diablillos se atarean alrededor de la mujer: el primero, a la izquierda, ajusta su amplio manto forrado de armiño que cae en pesados pliegues y se extiende hasta el cuello del monstruo; el segundo, a la derecha, arregla su velo al tiempo que sujeta la inscripción que la designa: Babilonia. Madre. De. Fornic[ación]. Dos demonios más, caricaturas de menestrales, ejecutan una música infernal, el uno tocando el silbato y el tamboril, el otro frotando un arco sobre una quijada de asno a modo de instrumento de cuerda. Con una enigmática sonrisa, que expresa sin duda lo que el comentarista llama su «falsa honestidad», Babilonia estrecha contra sí la copa de oro llena de abominaciones. «Símbolo de la asamblea de los malos, olvidada de Dios y de su justicia, está ebria de la sangre de los santos que ella ha derramado». El registro inferior de la miniatura está consagrado a esta evocación de los mártires. Ayudándose con una lanza, espadas y una escarcina, cuatro soldados atraviesan, estoquean y decapitan a los fieles de Cristo. En el centro de la composición, el verdugo que corta en dos a un niño desnudo ha sido tomado, probablemente, de una escena de la Matanza de los Inocentes. Las muecas de uno de los perseguidores y la cabeza de oso puesta como emblema sobre las hombreras de otro ponen de relieve el carácter negativo de estos personajes ejecutores de una voluntad maléfica.
Marie-Thérèse Gousset y Marianne Besseyre
Centro de Investigación de Manuscritos Iluminados, Bibliothèque nationale de France
Fragmento del libro de estudio Apocalipsis 1313
Como un navío, la Bestia de siete cabezas y diez cuernos reposa sobre las verdes aguas del río que representan la multitud de los pecadores; lleva a la reina ignominiosa, sentada sobre su lomo como en un trono real. Algunos diablillos se atarean alrededor de la mujer: el primero, a la izquierda, ajusta su amplio manto forrado de armiño que cae en pesados pliegues y se extiende hasta el cuello del monstruo; el segundo, a la derecha, arregla su velo al tiempo que sujeta la inscripción que la designa: Babilonia. Madre. De. Fornic[ación]. Dos demonios más, caricaturas de menestrales, ejecutan una música infernal, el uno tocando el silbato y el tamboril, el otro frotando un arco sobre una quijada de asno a modo de instrumento de cuerda. Con una enigmática sonrisa, que expresa sin duda lo que el comentarista llama su «falsa honestidad», Babilonia estrecha contra sí la copa de oro llena de abominaciones. «Símbolo de la asamblea de los malos, olvidada de Dios y de su justicia, está ebria de la sangre de los santos que ella ha derramado». El registro inferior de la miniatura está consagrado a esta evocación de los mártires. Ayudándose con una lanza, espadas y una escarcina, cuatro soldados atraviesan, estoquean y decapitan a los fieles de Cristo. En el centro de la composición, el verdugo que corta en dos a un niño desnudo ha sido tomado, probablemente, de una escena de la Matanza de los Inocentes. Las muecas de uno de los perseguidores y la cabeza de oso puesta como emblema sobre las hombreras de otro ponen de relieve el carácter negativo de estos personajes ejecutores de una voluntad maléfica.
Marie-Thérèse Gousset y Marianne Besseyre
Centro de Investigación de Manuscritos Iluminados, Bibliothèque nationale de France
Fragmento del libro de estudio Apocalipsis 1313