San Juan escribe en su pergamino, mientras observa las escenas de esta miniatura desde la esquina inferior izquierda. Desde el monte Sión, donde se sitúa el Cordero, un torrente rojo y blanco cae sobre Babilonia, destruida. Arrodillados ante el Cordero, cinco elegidos, en representación de los ciento cuarenta y cuatro mil, lo adoran. Le dan la espalda a Dios Padre, en la mandorla y rodeado por los cuatro seres vivientes. Sentado delante está representado Cristo, con una hoz en su mano izquierda. Debajo, el cuarto ángel derrama el vino de la ira de Dios sobre la bestia de las siete cabezas.
En la parte derecha de la miniatura dos ángeles trabajan en el campo: uno siega el trigo y el otro recoge la uva.