San Rafael, el ángel guardián por excelencia, es el único personaje de las Grandes Horas de Ana de Bretaña que aparece destacado sobre un fondo de oro.
La prudencia es una de sus virtudes y con el dedo índice de su mano izquierda llama la atención sobre la necesidad de seguir los buenos consejos, a pesar de que en su mano derecha porta una espada. Como muchos de los ángeles de finales de la Edad Media, viste una dalmática de diácono, que contrasta con el morado de las bellísimas alas que el maestro Bourdichon ha pintado para él. La primera iconografía del ángel de la guarda tiene a san Rafael como una de sus fuentes.
San Rafael, el ángel guardián por excelencia, es el único personaje de las Grandes Horas de Ana de Bretaña que aparece destacado sobre un fondo de oro.
La prudencia es una de sus virtudes y con el dedo índice de su mano izquierda llama la atención sobre la necesidad de seguir los buenos consejos, a pesar de que en su mano derecha porta una espada. Como muchos de los ángeles de finales de la Edad Media, viste una dalmática de diácono, que contrasta con el morado de las bellísimas alas que el maestro Bourdichon ha pintado para él. La primera iconografía del ángel de la guarda tiene a san Rafael como una de sus fuentes.