Los meses de octubre y noviembre presentan un díptico dedicado a la cría y la matanza del cerdo. Para poder ubicar una escena dedicada a la cocción del pan en el mes de diciembre, Robinet Testard decidió avanzar un mes las dos escenas. […]
La montanera era una práctica muy extendida en las zonas rurales durante la Edad Media. Consistía en dejar pastar a los cerdos libremente por el monte, para que se alimentaran de las bellotas de los robles y las encinas y de los frutos de las hayas. Los hayucos eran especialmente abundantes en Europa, en una época del año en que los recursos escaseaban. Se podía dejar a estos animales alimentarse durante todo el invierno o bien podían ser sacrificados. La montanera se regía por las costumbres, puesto que los campesinos no tenían ningún derecho sobre los bosques, propiedad de los señores laicos o eclesiásticos. Para obtener el derecho de uso, los campesinos debían pagar unas tasas al señor, lo que se denominaba el derecho de montanera.
Tal y como acostumbra a hacer Testard, el paisaje es muy simple. La escena delimita al fondo con una masa rocosa que recuerda a la del mes de junio. Sin embargo, el iluminador ha abierto el horizonte colocando a lo lejos una ciudad, cuyas líneas se recortan en el cielo. Una pareja de campesinos conduce una piara de cerdos a las lindes del bosque. El hombre, provisto de una vara, va golpeando los árboles para hacer caer las bellotas y los hayucos, así los animales pueden recogerlos/comerlos del suelo. Junto a él, su mujer parece estar acariciando un cerdo tumbado en el suelo. Esta última iconografía resulta muy original y es, sin ninguna duda, una especie de guiño del autor en un escena que de costumbre está muy codificada.
Maxence Hermant
Conservador
Bibliothèque nationale de France