Es apropiado que Antonio de Padua (1195-1231; canonizado en 1232) siga directamente a Francisco en los sufragios del Libro de horas de Enrique VIII, ya que después del fundador se le considera el santo más importante de la orden franciscana. En sus comienzos fue canónigo regular de la Orden Augustiniana, pero en 1220 se unió a los frailes y se hizo amigo y discípulo de Francisco. Abrigó la esperanza de ganarse el martirio en África, pero la mala salud lo retuvo en Italia. Sus dotes de profesor y predicador y sus milagros le aseguraron la fama.
En la miniatura Poyer ilustra la leyenda más popular del santo. Un judío había desafiado a Antonio a demostrar la presencia real de Cristo en la Eucaristía. Se convencería, dijo, si un caballo (o, en otras versiones de la historia, una mula) despreciara una ración de avena por la Hostia consagrada. En la miniatura el caballo no solo desdeña su pienso, sino que además se arrodilla ante la hostia que Antonio sostiene sobre un cáliz. El judío, a quien se identifica a la derecha por su traje y tocado exóticos, asiste a la escena asombrado. La orla muestra a Antonio predicando a una asamblea embelesada. El santo murió en Padua, donde una basílica dedicada a su memoria atesora todavía su sepulcro y sus reliquias, entre éstas su lengua, instrumento de su elocuencia. Fue declarado Doctor de la Iglesia en 1946. (Fiesta el 13 de junio.)
Roger S. Wieck.
Conservador, Manuscritos de la Edad Media y el Renacimiento
The Morgan Library & Museum
Es apropiado que Antonio de Padua (1195-1231; canonizado en 1232) siga directamente a Francisco en los sufragios del Libro de horas de Enrique VIII, ya que después del fundador se le considera el santo más importante de la orden franciscana. En sus comienzos fue canónigo regular de la Orden Augustiniana, pero en 1220 se unió a los frailes y se hizo amigo y discípulo de Francisco. Abrigó la esperanza de ganarse el martirio en África, pero la mala salud lo retuvo en Italia. Sus dotes de profesor y predicador y sus milagros le aseguraron la fama.
En la miniatura Poyer ilustra la leyenda más popular del santo. Un judío había desafiado a Antonio a demostrar la presencia real de Cristo en la Eucaristía. Se convencería, dijo, si un caballo (o, en otras versiones de la historia, una mula) despreciara una ración de avena por la Hostia consagrada. En la miniatura el caballo no solo desdeña su pienso, sino que además se arrodilla ante la hostia que Antonio sostiene sobre un cáliz. El judío, a quien se identifica a la derecha por su traje y tocado exóticos, asiste a la escena asombrado. La orla muestra a Antonio predicando a una asamblea embelesada. El santo murió en Padua, donde una basílica dedicada a su memoria atesora todavía su sepulcro y sus reliquias, entre éstas su lengua, instrumento de su elocuencia. Fue declarado Doctor de la Iglesia en 1946. (Fiesta el 13 de junio.)
Roger S. Wieck.
Conservador, Manuscritos de la Edad Media y el Renacimiento
The Morgan Library & Museum