Ana, madre de Tobías, toma de los brazos a Sara, esposa del protagonista del libro bíblico, ante la presencia de una dama que acompaña a Ana, del arcángel san Rafael, vestido con brocado dorado, y de Tobías, que lleva un hato sobre el hombro; entre ellos, el perro nombrado al final de la narración. En la prominencia rocosa que se encuentra detrás de los personajes, hay un hombre y una mujer: posiblemente Tobit y Ana aguardando el regreso de su hijo por el camino por donde se había marchado. Debajo, en último plano, aparecen tres figuras, una de ellas señalando un punto indeterminado, que quizá hagan referencia a los tres viajeros camino de Nínive: Sara, Tobías y san Rafael, éste último proponiendo a aquél que se adelanten para preparar la casa; sin embargo, dada la ausencia de alas del arcángel, pudiera tratarse, tal vez, de Ragüel despidiendo a su hija Sara y a su yerno.
Esta representación, absolutamente infrecuente, es una de las excepciones de las prefiguras del Antiguo Testamento tomadas del Speculum humanae salvationis, ya que no aparece en ningún manuscrito de la serie. Por otro lado, la pintura no sigue el relato bíblico: no es Ana quien recibe a Sara, sino Tobit, como puede verse en el Libro de horas de Luis de Orleans (San Petersburgo, Biblioteca Nacional de Rusia, Lat. Q.v. i.126, f. 41v.). No obstante, la diferencia de edad entre ambas mujeres y la salutación del marido de Ana, que bendice a la esposa de Tobías, pueden tomarse como prefigura del saludo de santa Isabel a la Virgen. En el Speculum humanae salvationis, Sara, como prefigura de la Madre de Dios, se halla en el momento de contraer matrimonio, haciendo un paralelismo con los desposorios de Santa María.