Esta imagen es una de las menos representadas en las artes plásticas. Frente a una ciudad amurallada, Tobit, que viste un sayo largo y lleva un bonete, representado como un anciano, pero sin rastro de las máculas que afectaban a sus ojos, recibe el homenaje de Tobías, que se arrodilla para besar su mano izquierda. Detrás de ellos, Sarra, el acompañante –posiblemente, el arcángel Rafael, como ya se señaló, con rasgos infantiles o de adolescente– y las dos bestias de carga. Según los exegetas, Tobit es imagen de la ley antigua, mientras que Tobías lo es de Cristo que ilumina la ley con la claridad de su virtud.