La pintura del folio 29v. presenta el interior de una granja campesina con dos construcciones separadas. En primer plano: el matarife controla el animal poniendo su rodilla derecha encima y lo degüella con un cuchillo –a finales de la Edad Media, es habitual mostrar el animal con cierta expresión al figurarlo con la boca abierta– a la vez que mueve su pata para que la sangre, que toma una campesina en una sartén, fluya rápidamente; junto a la mujer, hay unos haces de leña que servirán para quemar su piel. A la izquierda, una mujer, en el interior de un cobertizo, alimenta el fuego del horno donde se va a cocer el pan –dos piezas se encuentran en un banco de madera– con ramas de leña que corta con sus manos; un campesino le trae en una tabla cuatro panes aún sin cocer procedentes del cobertizo que hay enfrente, donde una mujer amasa la harina en una gran artesa. La propiedad está cerrada por un cerco donde se posa una urraca, a la espera de que los campesinos acaben su tarea con el animal y aprovechar los despojos. En el plano más alejado, se muestra a dos caballeros acompañados de sus monteros que van a cazar un ciervo, acosado en la parte más alta, por una jauría de perros.
Carlos Miranda García-Tejedor
Doctor en Historia
La pintura del folio 29v. presenta el interior de una granja campesina con dos construcciones separadas. En primer plano: el matarife controla el animal poniendo su rodilla derecha encima y lo degüella con un cuchillo –a finales de la Edad Media, es habitual mostrar el animal con cierta expresión al figurarlo con la boca abierta– a la vez que mueve su pata para que la sangre, que toma una campesina en una sartén, fluya rápidamente; junto a la mujer, hay unos haces de leña que servirán para quemar su piel. A la izquierda, una mujer, en el interior de un cobertizo, alimenta el fuego del horno donde se va a cocer el pan –dos piezas se encuentran en un banco de madera– con ramas de leña que corta con sus manos; un campesino le trae en una tabla cuatro panes aún sin cocer procedentes del cobertizo que hay enfrente, donde una mujer amasa la harina en una gran artesa. La propiedad está cerrada por un cerco donde se posa una urraca, a la espera de que los campesinos acaben su tarea con el animal y aprovechar los despojos. En el plano más alejado, se muestra a dos caballeros acompañados de sus monteros que van a cazar un ciervo, acosado en la parte más alta, por una jauría de perros.
Carlos Miranda García-Tejedor
Doctor en Historia