Entre tanto Amor, siempre con el arco,
que en ningún momento había dejado
de seguir mis pasos y estar al acecho,
se había parado cerca de una higuera.
Y cuando, por fin, pudo comprobar
que había elegido de entre los demás
el bello capullo, por mi preferido
a todos los otros que allí se encontraban,
sin perder más tiempo se dispuso a herirme.
Roman de la Rose, versos 1681-1689
(Ed. y trad. de Juan Victorio)
Entre tanto Amor, siempre con el arco,
que en ningún momento había dejado
de seguir mis pasos y estar al acecho,
se había parado cerca de una higuera.
Y cuando, por fin, pudo comprobar
que había elegido de entre los demás
el bello capullo, por mi preferido
a todos los otros que allí se encontraban,
sin perder más tiempo se dispuso a herirme.
Roman de la Rose, versos 1681-1689
(Ed. y trad. de Juan Victorio)