Es importante señalar que las miniaturas del Libro del Tesoro (dejando aparte las marginales) no son un mero complemento: son ilustraciones directas del texto que reflejan el contenido del correspondiente capítulo o sección. Habitualmente representan a la figura que se está describiendo, ya sea un personaje histórico o un animal fantástico del bestiario.
Todas las escenas se desarrollan bajo arcos arquitectónicos, lo que determina ya un desmembramiento de la miniatura en zonas de composición: bajo un arco, el maestro; bajo otro, los alumnos. En la miniatura (f. 5r) –especialmente importante por su significado– el lugar de la acción está dividido en tres zonas por una arcada triple, en el centro de la cual se ha colocado al autor, y en los laterales a sus oyentes, los discípulos-clérigos. El autor, sentado de frente, se dirige al grupo de alumnos instalado a la izquierda pero apunta con el dedo índice de la diestra hacia la derecha, hacia un libro abierto que descansa sobre el pupitre y hacia los alumnos que se encuentran a este lado. De modo que, con un número relativamente pequeño de personajes, en esta escena se crea una sólida impresión de densidad así como la pomposidad adecuada para el comienzo de la obra.
Es importante señalar que las miniaturas del Libro del Tesoro (dejando aparte las marginales) no son un mero complemento: son ilustraciones directas del texto que reflejan el contenido del correspondiente capítulo o sección. Habitualmente representan a la figura que se está describiendo, ya sea un personaje histórico o un animal fantástico del bestiario.
Todas las escenas se desarrollan bajo arcos arquitectónicos, lo que determina ya un desmembramiento de la miniatura en zonas de composición: bajo un arco, el maestro; bajo otro, los alumnos. En la miniatura (f. 5r) –especialmente importante por su significado– el lugar de la acción está dividido en tres zonas por una arcada triple, en el centro de la cual se ha colocado al autor, y en los laterales a sus oyentes, los discípulos-clérigos. El autor, sentado de frente, se dirige al grupo de alumnos instalado a la izquierda pero apunta con el dedo índice de la diestra hacia la derecha, hacia un libro abierto que descansa sobre el pupitre y hacia los alumnos que se encuentran a este lado. De modo que, con un número relativamente pequeño de personajes, en esta escena se crea una sólida impresión de densidad así como la pomposidad adecuada para el comienzo de la obra.