Según los antiguos autores, había tres sirenas. Se las imaginaba con un cuerpo mitad de doncella, hasta la cintura, y mitad de pez, dotadas de alas y uñas, y cantaban extraordinariamente. Una de ellas cantaba con su voz, otra con flauta, y la tercera con lira; con su canto atraían a los navegantes, fascinados, que eran arrastrados al naufragio. Pero lo cierto es que las sirenas fueron unas meretrices que llevaban a la ruina a quienes pasaban, y estos se veían en la necesidad de simular que habían naufragado. Y dicen las historias que tenían alas y uñas, porque el amor vuela y causa heridas; y que vivían en las olas, precisamente porque las olas crearon a Venus y la lujuria nació de la humedad.
Por otra parte, en Arabia existen serpientes provistas de alas y llamadas sirenas, que aventajan a los caballos en la carrera, y además, según cuentan, también vuelan. Su veneno es tan poderoso que la muerte sobreviene antes de sentir el dolor de la picadura.
Traducción del texto original de Brunetto Lattini en el Bestiario del Libro del Tesoro (ca. 1230-1294)
Conservado en la Biblioteca Nacional de Rusia, San Petersburgo