Libro del Tesoro

f. 59r, Del mono y de la tigresa


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Las ilustraciones de los capítulos sobre ani­males de este códice son pequeñas, al es­ti­lo de las que se encuentran desde mediados del siglo XIII en lujososro­man franceses y bestiarios en lengua vernácula. Solo uno de los animales, el león, recibe una capitular decorada de gran tamaño con extensiones flo­ridas. Para todas las demás ilustraciones la capi­tu­lar es una letra pequeña de oro con relleno de filigrana blan­ca y sobre un fon­­do de color. Los animales están pintados en to­­nos naturales de pardo y gris que contrastan con el vivo colorido de las figuras humanas y los árboles. Todo ello se representa sobre un fondo diapreado en azul y minio. 

Veintiuna composiciones, de mamíferos en su ma­yo­ría, aluden a una historia na­rra­da en el texto. Las de­más se li­mitan a mostrar al animal sobre tierra o agua, se­gún co­rresponda; las aves de pre­sa, sobre una alcándara. Seis de las miniaturas con con­te­ni­do na­rra­tivo presentan un di­se­ño típico de las ilus­traciones de bestiario. Ve­mos, así, el ca­­­­chalote, el avestruz, el castor, el elefante, la mo­na y la ti­gre­­­­sa (f. 59r) en­­ga­­­ñada con es­­­pe­­­­­jos mien­­tras un hom­­bre sale co­­rrien­­­do con su ca­­­cho­rro. Es­ta última es interesante, pues en casi todos los demás ejemplos de esta escena que se conocen el hombre va a caballo.
Además de figurar en las miniaturas insertas del artículo específico de la sección de «historia natural» (f. 59r), los simios están representados bien como figuras aisladas en el ramaje de la ornamentación, bien como personajes de algunas escenas. Básica­mente son escenas del ‘mundo al revés’, en las que los simios imitan las ocupaciones y diversiones de las personas.

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f. 59r, Del mono y de la tigresa

Las ilustraciones de los capítulos sobre ani­males de este códice son pequeñas, al es­ti­lo de las que se encuentran desde mediados del siglo XIII en lujososro­man franceses y bestiarios en lengua vernácula. Solo uno de los animales, el león, recibe una capitular decorada de gran tamaño con extensiones flo­ridas. Para todas las demás ilustraciones la capi­tu­lar es una letra pequeña de oro con relleno de filigrana blan­ca y sobre un fon­­do de color. Los animales están pintados en to­­nos naturales de pardo y gris que contrastan con el vivo colorido de las figuras humanas y los árboles. Todo ello se representa sobre un fondo diapreado en azul y minio. 

Veintiuna composiciones, de mamíferos en su ma­yo­ría, aluden a una historia na­rra­da en el texto. Las de­más se li­mitan a mostrar al animal sobre tierra o agua, se­gún co­rresponda; las aves de pre­sa, sobre una alcándara. Seis de las miniaturas con con­te­ni­do na­rra­tivo presentan un di­se­ño típico de las ilus­traciones de bestiario. Ve­mos, así, el ca­­­­chalote, el avestruz, el castor, el elefante, la mo­na y la ti­gre­­­­sa (f. 59r) en­­ga­­­ñada con es­­­pe­­­­­jos mien­­tras un hom­­bre sale co­­rrien­­­do con su ca­­­cho­rro. Es­ta última es interesante, pues en casi todos los demás ejemplos de esta escena que se conocen el hombre va a caballo.
Además de figurar en las miniaturas insertas del artículo específico de la sección de «historia natural» (f. 59r), los simios están representados bien como figuras aisladas en el ramaje de la ornamentación, bien como personajes de algunas escenas. Básica­mente son escenas del ‘mundo al revés’, en las que los simios imitan las ocupaciones y diversiones de las personas.

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