La miniatura muestra en un paisaje exuberante a un hermafrodita alado, vestido de pies a cabeza de negro: lleva calzado negro en punta, ajustadas calzas negras y una levita negra hasta las rodillas con lujosas cenefas y adornos dorados. Del amplio escote dorado emergen dos cuellos y dos cabezas: a la izquierda, una cabeza masculina con el cabello corto y, a la derecha, una cabeza femenina de cabello largo. Ambas están rodeadas por sendas aureolas "la masculina de oro, la femenina de plata" que subrayan la procedencia hierática del hermafrodita, al igual que las dos alas grandes y mullidas de la espalda, la izquierda, de plumas rojas y la derecha, de plumas blancas. Entre el pulgar y el índice de la mano izquierda, el hermafrodita sostiene un huevo blanco; en su mano derecha lleva un gran disco. El centro, que parece ser un espejo donde se refleja un paisaje, está rodeado de tres anillos de diferentes colores: el exterior, de un naranja y amarillo llameantes; el intermedio, de nubes blancas y grises; y el interior, de un color azul profundo que rodea el paisaje.
El hermafrodita es un símbolo básico de la alquimia que no falta en la ilustración de casi ningún manuscrito y que significa la unión de los contrastes. En los tres colores negro, blanco y rojo, el Rebis (del latín res bina, cosa doble) significa la totalidad de la obra alquímica, que pretende alcanzar, en la unión de las polaridades, la superación de los estados particulares de la materia. Según el texto correspondiente, la unión de la pareja formada por seres opuestos que el miniaturista encarna en la figura del hermafrodita, engendra cuatro hijos que son los cuatro elementos de la naturaleza: la tierra, el agua, el aire y el fuego, cuya conjunción da lugar al quinto ser, la quintaesencia. El texto lo explica recurriendo a la imagen del huevo, otro símbolo central de la alquimia, que representa los cuatro elementos y del que proviene el quinto, en forma de joven polluelo. Para la representación de los cuatro elementos, el artista recurre además a la imagen de un disco del universo que muestra, en el interior, la tierra y, en los tres anillos, el agua, el aire y el fuego.
Jörg Völlnagel
(Historiador del Arte e investigador asociado de los Staatliche Museen zu Berlin)
La miniatura muestra en un paisaje exuberante a un hermafrodita alado, vestido de pies a cabeza de negro: lleva calzado negro en punta, ajustadas calzas negras y una levita negra hasta las rodillas con lujosas cenefas y adornos dorados. Del amplio escote dorado emergen dos cuellos y dos cabezas: a la izquierda, una cabeza masculina con el cabello corto y, a la derecha, una cabeza femenina de cabello largo. Ambas están rodeadas por sendas aureolas "la masculina de oro, la femenina de plata" que subrayan la procedencia hierática del hermafrodita, al igual que las dos alas grandes y mullidas de la espalda, la izquierda, de plumas rojas y la derecha, de plumas blancas. Entre el pulgar y el índice de la mano izquierda, el hermafrodita sostiene un huevo blanco; en su mano derecha lleva un gran disco. El centro, que parece ser un espejo donde se refleja un paisaje, está rodeado de tres anillos de diferentes colores: el exterior, de un naranja y amarillo llameantes; el intermedio, de nubes blancas y grises; y el interior, de un color azul profundo que rodea el paisaje.
El hermafrodita es un símbolo básico de la alquimia que no falta en la ilustración de casi ningún manuscrito y que significa la unión de los contrastes. En los tres colores negro, blanco y rojo, el Rebis (del latín res bina, cosa doble) significa la totalidad de la obra alquímica, que pretende alcanzar, en la unión de las polaridades, la superación de los estados particulares de la materia. Según el texto correspondiente, la unión de la pareja formada por seres opuestos que el miniaturista encarna en la figura del hermafrodita, engendra cuatro hijos que son los cuatro elementos de la naturaleza: la tierra, el agua, el aire y el fuego, cuya conjunción da lugar al quinto ser, la quintaesencia. El texto lo explica recurriendo a la imagen del huevo, otro símbolo central de la alquimia, que representa los cuatro elementos y del que proviene el quinto, en forma de joven polluelo. Para la representación de los cuatro elementos, el artista recurre además a la imagen de un disco del universo que muestra, en el interior, la tierra y, en los tres anillos, el agua, el aire y el fuego.
Jörg Völlnagel
(Historiador del Arte e investigador asociado de los Staatliche Museen zu Berlin)