A la izquierda, en el primer plano de la imagen, figura un horno de ladrillo enlucido en el que se ha sumergido una tina cobriza. En el caldero, lleno hasta el borde, hay un hombre mayor sumergido hasta el pecho. Sobre su cabeza, de largo cabello oscuro y luenga barba, se posa una paloma blanca de reluciente plumaje dorado, con las alas levantadas, dispuesta a alzar el vuelo. Ante el horno se ha arrodillado un joven que, con un fuelle, mantiene vivo el fuego y estable la temperatura del líquido. La vestimenta del joven no parece la de un mero criado que cumple únicamente con la tarea de avivar el fuego: lleva finas calzas de color azul y un jubón de color rojo anaranjado; encima, un chaleco negro con cenefas plateadas y un mandil blanco. Con el codo izquierdo apoyado en el muslo izquierdo y la mirada clavada en el viejo, el joven permanece sin duda atento a cualquier cambio que se pueda producir dentro de la caldera. El miniaturista embellece la escena mediante la señorial arquitectura imaginaria de influencia veneciana del fondo.
Mencionando a Ovidio, en el Splendor Solis se cuenta la historia de un viejo sabio que, a fin de rejuvenecer, se dejó descuartizar y cocer, para que, después, volvieran a unir sus miembros, fortalecidos. En la alquimia, la cocción de la materia se equipara a la operación de la putrefacción, que representa el punto de partida del proceso de perfeccionamiento. La paloma en la cabeza del viejo se ha de entender como imagen de la sublimación, como destilado evanescente de la cocción, que, tras el proceso de putrefacción, vuelve a unirse nuevamente en la redoma con los residuos corporales. Así lo confirma también Pernety bajo la entrada «Colombe», donde indica además que el souffleur, el palanquero, tiene que vigilar también el éxito de la obra alquímica17.
La representación de la cocción está inspirada en dos miniaturas del Aurora Consurgens. La ilustración 15 muestra al sabio en el caldero y la 13 al palanquero arrodillado. Al incluir el motivo del escultor Pigmalión en el relieve que decora el zócalo del lado derecho, el miniaturista añade por cuenta propia otro episodio de las Metamorfosis de Ovidio, con el que se alude a la creación de un hombre nuevo e ideal, un tema mitológico que encaja casi a la perfección con las ideas de la alquimia.
Jörg Völlnagel
(Historiador del Arte e investigador asociado de los Staatliche Museen zu Berlin)
A la izquierda, en el primer plano de la imagen, figura un horno de ladrillo enlucido en el que se ha sumergido una tina cobriza. En el caldero, lleno hasta el borde, hay un hombre mayor sumergido hasta el pecho. Sobre su cabeza, de largo cabello oscuro y luenga barba, se posa una paloma blanca de reluciente plumaje dorado, con las alas levantadas, dispuesta a alzar el vuelo. Ante el horno se ha arrodillado un joven que, con un fuelle, mantiene vivo el fuego y estable la temperatura del líquido. La vestimenta del joven no parece la de un mero criado que cumple únicamente con la tarea de avivar el fuego: lleva finas calzas de color azul y un jubón de color rojo anaranjado; encima, un chaleco negro con cenefas plateadas y un mandil blanco. Con el codo izquierdo apoyado en el muslo izquierdo y la mirada clavada en el viejo, el joven permanece sin duda atento a cualquier cambio que se pueda producir dentro de la caldera. El miniaturista embellece la escena mediante la señorial arquitectura imaginaria de influencia veneciana del fondo.
Mencionando a Ovidio, en el Splendor Solis se cuenta la historia de un viejo sabio que, a fin de rejuvenecer, se dejó descuartizar y cocer, para que, después, volvieran a unir sus miembros, fortalecidos. En la alquimia, la cocción de la materia se equipara a la operación de la putrefacción, que representa el punto de partida del proceso de perfeccionamiento. La paloma en la cabeza del viejo se ha de entender como imagen de la sublimación, como destilado evanescente de la cocción, que, tras el proceso de putrefacción, vuelve a unirse nuevamente en la redoma con los residuos corporales. Así lo confirma también Pernety bajo la entrada «Colombe», donde indica además que el souffleur, el palanquero, tiene que vigilar también el éxito de la obra alquímica17.
La representación de la cocción está inspirada en dos miniaturas del Aurora Consurgens. La ilustración 15 muestra al sabio en el caldero y la 13 al palanquero arrodillado. Al incluir el motivo del escultor Pigmalión en el relieve que decora el zócalo del lado derecho, el miniaturista añade por cuenta propia otro episodio de las Metamorfosis de Ovidio, con el que se alude a la creación de un hombre nuevo e ideal, un tema mitológico que encaja casi a la perfección con las ideas de la alquimia.
Jörg Völlnagel
(Historiador del Arte e investigador asociado de los Staatliche Museen zu Berlin)