La precisión del mapa del mar de las Antillas y el golfo de México es excepcional para la época. Refleja fuentes cartográficas ibéricas, en este caso particularmente españolas, por ejemplo en la costa septentrional del golfo de México y la península del Yucatán. Con ese alto grado de exactitud, siendo un mapa francés, significa también un desafío de los europeos del norte al expansivo monopolio ibérico sobre la zona. La orientación y los indicadores de latitudes y distancias son muy similares a los de los mapas anteriores. Hay un pez de gran tamaño en el Pacífico, y rosas de los vientos y sendos navíos en el Pacífico y en el Atlántico. El bajel del Pacífico está fondeado, con las velas arriadas y recogidas, justo debajo del ecuador, y en el ángulo inferior izquierdo, bajo el trópico de Cáncer, aparece el del Atlántico a toda vela, en una extraña y magnífica vista de popa. En la parte superior del mapa, en América del Sur, hay un monte que podría representar los Andes; y, aunque está señalado el Amazonas, no lo está el Orinoco, que suele faltar en los mapas de la escuela de Dieppe.
Los europeos (portugueses o españoles) están representados en América del Sur, flanqueando un lago de Maracaibo extrañamente duplicado. Los indios sudamericanos se muestran cazando y posiblemente trabajando en las minas para los europeos; los norteamericanos parecen estar cazando, y posiblemente comercian entre sí al norte de una Ciudad de México dibujada con claridad. Esta representación de la ciudad de México recuerda al mapa del golfo de México y la ciudad de Temixtitán (Tenochtitlán) de Hernán Cortés impreso en Nuremberg en 1524. En América del Sur también hay venados y dos clases de ocelotes.
Dennis Reinhartz
Profesor Emérito de la Universidad de Texas en Arlington
(Fragmento del volumen de estudios Atlas Vallard)
