Los ángeles se acercan a un altar donde se encuentra uno de los cuatro Vivientes, en este caso el águila que corresponde al símbolo de Juan Evangelista. El ave tiende una copa, cuyo borde ha asido con una de sus garras, al primer ángel. Seis copas más, a las que el miniaturista ha dado más bien la forma de grandes redomas, esperan a un lado del altar. De esos recipientes de oro emanan chispas para indicar que contienen la cólera del Dios eterno. «Un humo producido por la gloria de Dios y su poder» llena entonces el templo. Este humo destinado a cegar a los felones se traduce en la miniatura por unas llamitas que salen por las aberturas del edificio; el fuego, imagen del Espíritu, evoca más explícitamente la manifestación sobrenatural.
Marie-Thérèse Gousset y Marianne Besseyre
Centro de Investigación de Manuscritos Iluminados, Bibliothèque nationale de France
Fragmento del libro de estudio Apocalipsis 1313