El séptimo ángel sale de la nube y derrama su copa de oro en el aire mientras que, a la derecha, Cristo bendiciendo se inclina por la puerta del Templo celestial, desplegando una filacteria que evoca la voz que proclama: «¡Se ha cumplido!» El veredicto divino produce el estruendo de los truenos; unas llamas escapan de las nubes evocando el rayo que cae sobre la tierra; el suelo se convulsiona en un temblor tan violento que nadie vio otro semejante desde la aparición del hombre en el mundo. Los tejados vuelan, los muros se derrumban sobre los habitantes de una ciudad que se amontonan mortalmente heridos por el impacto de las piedras. Para el comentarista son los últimos –aunque terribles– estertores del poder del Anticristo.
Marie-Thérèse Gousset y Marianne Besseyre
Centro de Investigación de Manuscritos Iluminados, Bibliothèque nationale de France
Fragmento del libro de estudio Apocalipsis 1313
El séptimo ángel sale de la nube y derrama su copa de oro en el aire mientras que, a la derecha, Cristo bendiciendo se inclina por la puerta del Templo celestial, desplegando una filacteria que evoca la voz que proclama: «¡Se ha cumplido!» El veredicto divino produce el estruendo de los truenos; unas llamas escapan de las nubes evocando el rayo que cae sobre la tierra; el suelo se convulsiona en un temblor tan violento que nadie vio otro semejante desde la aparición del hombre en el mundo. Los tejados vuelan, los muros se derrumban sobre los habitantes de una ciudad que se amontonan mortalmente heridos por el impacto de las piedras. Para el comentarista son los últimos –aunque terribles– estertores del poder del Anticristo.
Marie-Thérèse Gousset y Marianne Besseyre
Centro de Investigación de Manuscritos Iluminados, Bibliothèque nationale de France
Fragmento del libro de estudio Apocalipsis 1313