El estudio de la ilustración de las Biblias medievales muestra que los desplazamientos de población, como la salida de Egipto de los hebreos conducidos por Moisés, contada en el libro del Éxodo, son a menudo ocasión para los artistas, que actualizan siempre los acontecimientos, de desarrollar el aspecto anecdótico de las escenas que se refieren a la vida cotidiana del mundo que les rodea. Así ocurre, precisamente, en esta evocación de la huida de los justos. El desfile iniciado en el folio precedente prosigue en dos registros en el f. 60v, habiendo sido relegado Juan, el testigo, bajo una estrecha arcada que ocupa el ángulo inferior izquierdo de la composición. Dos jinetes, uno de los cuales va tocado con un galero, son seguidos por gente a pie o amontonada en una ligera carreta, cuya caja parece hecha de mimbre trenzado. En el registro inferior, una familia parece retratada del natural. Un padre lleva a la espalda una cesta en la que ha colocado a dos niños, su esposa sostiene en equilibrio sobre su cabeza una cuna donde duerme el más pequeño mientras que el mayor camina solo, sujetando el asa de una jarra y una pequeña cuchara redonda, y el mediano se agarra aún al vestido de su madre. Todos señalan con el dedo a Babilonia que arde en la página opuesta (f. 61). Representada, esta vez, en su forma femenina, la gran Prostituta ha caído de los lomos de la Bestia sumiéndose en el infernal brasero. Ha dejado caer su copa de oro brillante entre las llamas, como un eco visual de la copa dorada que sostiene un dignatario. Éste, como sus padres y los reyes que le acompañan, señala a la reina torturada profiriendo lamentaciones: «¡Ay, ay!, de la gran ciudad, Babilonia, la ciudad poderosa, una hora ha bastado para que seas juzgada!»
Marie-Thérèse Gousset y Marianne Besseyre
Centro de Investigación de Manuscritos Iluminados, Bibliothèque nationale de France
Fragmento del libro de estudio Apocalipsis 1313
El estudio de la ilustración de las Biblias medievales muestra que los desplazamientos de población, como la salida de Egipto de los hebreos conducidos por Moisés, contada en el libro del Éxodo, son a menudo ocasión para los artistas, que actualizan siempre los acontecimientos, de desarrollar el aspecto anecdótico de las escenas que se refieren a la vida cotidiana del mundo que les rodea. Así ocurre, precisamente, en esta evocación de la huida de los justos. El desfile iniciado en el folio precedente prosigue en dos registros en el f. 60v, habiendo sido relegado Juan, el testigo, bajo una estrecha arcada que ocupa el ángulo inferior izquierdo de la composición. Dos jinetes, uno de los cuales va tocado con un galero, son seguidos por gente a pie o amontonada en una ligera carreta, cuya caja parece hecha de mimbre trenzado. En el registro inferior, una familia parece retratada del natural. Un padre lleva a la espalda una cesta en la que ha colocado a dos niños, su esposa sostiene en equilibrio sobre su cabeza una cuna donde duerme el más pequeño mientras que el mayor camina solo, sujetando el asa de una jarra y una pequeña cuchara redonda, y el mediano se agarra aún al vestido de su madre. Todos señalan con el dedo a Babilonia que arde en la página opuesta (f. 61). Representada, esta vez, en su forma femenina, la gran Prostituta ha caído de los lomos de la Bestia sumiéndose en el infernal brasero. Ha dejado caer su copa de oro brillante entre las llamas, como un eco visual de la copa dorada que sostiene un dignatario. Éste, como sus padres y los reyes que le acompañan, señala a la reina torturada profiriendo lamentaciones: «¡Ay, ay!, de la gran ciudad, Babilonia, la ciudad poderosa, una hora ha bastado para que seas juzgada!»
Marie-Thérèse Gousset y Marianne Besseyre
Centro de Investigación de Manuscritos Iluminados, Bibliothèque nationale de France
Fragmento del libro de estudio Apocalipsis 1313