Juan, sentado en una peña a la izquierda con un ave blanca a sus pies, atiende a la visión de siete ángeles en las nubes. Están a punto de recibir las copas con las siete últimas plagas que han de afligir a los moradores de la tierra. Sobre un «mar de vidrio» verde, mezclado con lenguas de fuego, se alza un grupo de hombres que sostienen arpas y cantan el cántico de Moisés. Las posturas y los agrupamientos de Juan y las restantes figuras son casi idénticos a los del Apocalipsis de Lambeth, incluso en pequeños detalles iconográficos como el ave a los pies de Juan, que desde luego no se menciona en el texto bíblico y cuya presencia hay que entender como un componente del paisaje imaginado por el artista. La escena se destaca sobre un fondo diapreado en verde, y una banda lateral enlaza las iniciales de los textos, con un búho posado en la fronda más alta y un par de animales híbridos en las más bajas.
"Y vi otra señal en el cielo, grande y maravillosa: siete ángeles, que tenían las siete plagas postreras; porque en ellas es consumada la ira de Dios. Y vi así como un mar de vidrio revuelto con fuego, y a los que vencieron la bestia y su figura y el número de su nombre, que estaban sobre la mar de vidrio, teniendo las arpas de Dios; y que cantaban el cántico de Moisés siervo de Dios, y el cántico del Cordero, diciendo: Grandes y maravillosas son tus obras, Señor Dios Todopoderoso; justos y verdaderos son tus caminos, Rey de los siglos. ¿Quién no te temerá, Señor, y engrandecerá tu nombre? Porque solo [tú] eres piadoso; y todas las Gentes vendrán y adorarán delante de ti, porque se han manifestado tus juicios". (Ap 15, 1-4)