Para asistir al Dragón en sus malignas persecuciones aparece otro ser monstruoso, una bestia semejante a un leopardo, con siete cabezas y diez cuernos, que sale del mar. Las bocas de sus cabezas están ensangrentadas, y una de las cabezas, la de abajo a la derecha, lleva los ojos cerrados: es la que se muestra «como herida de muerte». Para la mayoría de los comentaristas, esta bestia simboliza al Anticristo, a quien no se menciona expresamente en el texto del Apocalipsis, pero sí en las epístolas de Juan. El Dragón entrega a la Bestia un cetro para investirla de poder, mientras Juan, de pie en un islote junto a un árbol, observa impresionado a los dos monstruos. La iconografía está muy cerca del modelo inglés en las actitudes de Juan y de las bestias, el árbol que Juan tiene a su lado e incluso el barco con un hombre a bordo. La escena se destaca sobre un fondo diapreado en morado.
“Y vi salir de la mar una bestia que tenía siete cabezas y diez cuernos, y sobre sus cuernos diez coronas, y sobre sus cabezas nombres de blasfemia. Y la bestia que vi era semejante a un leopardo, y sus pies como pies de oso, y su boca como boca de león. Y le dio el dragón su poder, y gran fuerza. Y vi una de sus cabezas como herida de muerte, y fue curada su herida mortal. Y se maravilló toda la tierra en pos de la bestia". (Ap 13, 1-3)