Como símbolo de la destrucción de Babilonia, un ángel echa una gran piedra de molino al mar, donde un hombre gobierna una barca. El texto apocalíptico de abajo enumera las actividades de los moradores de la gran ciudad que han desaparecido para siempre, pero no hay ilustración de esas cosas. La escena tiene detrás un fondo diapreado en verde muy oscuro, y una banda lateral enlaza las dos iniciales decorativas de los textos de abajo con dos aves, una de ellas un búho, posadas en la fronda de arriba.
“Y un ángel fuerte alzó una piedra como una gran piedra de molino, y la echó en la mar, diciendo: Con tanto ímpetu será echada Babilonia, aquella gran ciudad, y ya no será hallada jamás. Ni jamás en ti se oirá voz de tañedores de cítara, ni de músicos, ni de tañedores de flauta, y trompeta no se oirá en ti más; y maestro de ninguna arte no será hallado en ti jamás; y ruido de muela no se oirá en ti jamás. Y luz de antorcha no lucirá jamás en ti; y voz de esposo ni de esposa no será oída más en ti; porque tus mercaderes eran los príncipes de la tierra; porque en tus hechicerías erraron todas las gentes. Y en ella ha sido hallada la sangre de los profetas y de los santos, y de todos los que fueron muertos sobre la tierra”. (Ap 18, 21-24)