La Bestia de la Tierra, sentada en una altura y empuñando un bastón de mando, tiraniza aún más al pueblo obligándole a adorar una imagen de la Bestia del Mar, que se alza sobre un altar cubierto con un mantel blanco y un frontal gris que cuelga por delante. La Bestia se vuelve teatralmente para ordenar que se dé muerte a los que se nieguen. A la izquierda dos personas que no le obedecen van a ser decapitadas, y otras ya inmoladas yacen por tierra. La iconografía es muy semejante, en cuanto a agrupamientos y posturas de personas y bestias, a la del modelo inglés. Los vivos colores de los personajes contrastan con el fondo, diapreado en tonos morados.
“Y engañó a los moradores de la tierra con los prodigios que se le permitieron hacer delante de la bestia, diciendo a los moradores de la tierra que hagan la figura de la bestia, que tiene la herida de espada y vivió. Y le fue dado que comunicase espíritu a la figura de la bestia, y que hable la figura de la bestia; y que haga que sean muertos todos aquellos que no adoraren la figura de la bestia”. (Ap 13, 14-15)