Juan sigue mirando, con una mano alzada en señal de temor, mientras salen ranas, representantes de los espíritus inmundos de los diablos que inspiran sus maldades, de las bocas del Falso Profeta (la Bestia de la Tierra), sentado con su bastón de mando, la Bestia del Mar y detrás, sobre una altura, el Dragón bermejo. La iconografía se acerca mucho a la del modelo inglés y a la del Apocalipsis de Lambeth, con las bestias exactamente en las mismas posturas dentro de un paisaje con árboles y conejos que se ocultan en sus madrigueras. La escena se destaca sobre un fondo diapreado en morado, y una banda lateral enlaza las iniciales ornamentales de los textos de abajo, con un ave posada en la fronda más alta.
“Y vi salir de la boca del dragón, y de la boca de la bestia, y de la boca del falso profeta tres espíritus inmundos a manera de ranas. Porque son espíritus de demonios, que hacen prodigios [...]” (Ap 16, 13-14)