Salterio Glosado

f. 76r, salmo 43  Oh Dios, con nuestros oídos hemos escuchado


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Arriba en el centro en una mandorla semicircular, Dios reposa dormido en una cama protegida por una cortina (v. 23, Exurge quare obdormis, Domine? // Despierta Señor, ¿por qué duermes?). Flanqueándole a cada lado hay dos grupos de hombres sentados en bancos que sostienen libros y rollos (v. 2, Deus auribus nostris audivimus. Patres nostri annuntiaverunt nobis // Oh Dios, con nuestros oídos hemos escuchado. Nuestros padres nos lo han contado). Debajo, una ciudad está siendo atacada por una multitud de jinetes con espadas, hachas de combate y lanzas (v. 4, Nec enim in gladio suo possederunt terram // Pues no poseerán la tierra mediante su espada). Algunos de los anteriores atraviesan la puerta de la ciudad (v. 11, Avertisti nos retrorsum post inimicos nostros // Nos hiciste volvernos ante nuestros enemigos). Delante, entre los soldados, hay cabras y ovejas y un hombre yace muerto en el suelo (v. 12, Dedisti nos tanquam oves escarum // Nos has abandonado como ovejas de matadero; v. 22, Quoniam propter te mortificamur tota die, estimati sumus sicut oves occisionis // Por ti somos asesinados cada día, tomados cual ovejas de matadero). En el interior de las murallas de la ciudad, a la izquierda, un grupo de hombres permanecen postrados ante un altar en una iglesia (v. 25, Quoniam humiliata est in pulvere anima nostra, conglutinatus est in terra venter noster // Pues nuestra alma está postrada en el polvo, nuestro vientre contra el suelo). A la derecha, un hombre con un gran rollo, escudo y lanza, permanece ante una espada rota, un arco y un cuerno que están en el suelo (v. 6, In te inimicos nostros ventilabimus cornu, et in nomine tuo spernemus insurgentes in nobis // Rechazaremos nuestros enemigos con el cuerno, con tu nombre humillaremos a los que se alzan en nuestra contra; v. 7, Non enim in arcu meo sperabo, et gladius meus non salvabit me // Pues no me encomendaré a mi arco, ni mi espada me salvará). Detrás de éste hay un grupo de hombres con lanzas y escudos.

f. 76r, salmo 43  Oh Dios, con nuestros oídos hemos escuchado

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f. 76r, salmo 43  Oh Dios, con nuestros oídos hemos escuchado

Arriba en el centro en una mandorla semicircular, Dios reposa dormido en una cama protegida por una cortina (v. 23, Exurge quare obdormis, Domine? // Despierta Señor, ¿por qué duermes?). Flanqueándole a cada lado hay dos grupos de hombres sentados en bancos que sostienen libros y rollos (v. 2, Deus auribus nostris audivimus. Patres nostri annuntiaverunt nobis // Oh Dios, con nuestros oídos hemos escuchado. Nuestros padres nos lo han contado). Debajo, una ciudad está siendo atacada por una multitud de jinetes con espadas, hachas de combate y lanzas (v. 4, Nec enim in gladio suo possederunt terram // Pues no poseerán la tierra mediante su espada). Algunos de los anteriores atraviesan la puerta de la ciudad (v. 11, Avertisti nos retrorsum post inimicos nostros // Nos hiciste volvernos ante nuestros enemigos). Delante, entre los soldados, hay cabras y ovejas y un hombre yace muerto en el suelo (v. 12, Dedisti nos tanquam oves escarum // Nos has abandonado como ovejas de matadero; v. 22, Quoniam propter te mortificamur tota die, estimati sumus sicut oves occisionis // Por ti somos asesinados cada día, tomados cual ovejas de matadero). En el interior de las murallas de la ciudad, a la izquierda, un grupo de hombres permanecen postrados ante un altar en una iglesia (v. 25, Quoniam humiliata est in pulvere anima nostra, conglutinatus est in terra venter noster // Pues nuestra alma está postrada en el polvo, nuestro vientre contra el suelo). A la derecha, un hombre con un gran rollo, escudo y lanza, permanece ante una espada rota, un arco y un cuerno que están en el suelo (v. 6, In te inimicos nostros ventilabimus cornu, et in nomine tuo spernemus insurgentes in nobis // Rechazaremos nuestros enemigos con el cuerno, con tu nombre humillaremos a los que se alzan en nuestra contra; v. 7, Non enim in arcu meo sperabo, et gladius meus non salvabit me // Pues no me encomendaré a mi arco, ni mi espada me salvará). Detrás de éste hay un grupo de hombres con lanzas y escudos.

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