Roma es sin duda la ciudad del mundo más rica en iglesias. Más de doscientas se levantan hoy sobre su suelo y, muchas de ellas, se levantaron sobre otras que las precedieron. Algunas están hechas para recibir muchedumbres, otras parecen más oratorios privados que lugares abiertos para uso de todos. Las hay que pertenecen a monasterios mientras otras tienen la vocación de recibir a todos los peregrinos del mundo. Todas ellas dan testimonio de que, a pesar de cismas y polémicas, Roma es la capital de la cristiandad y del arte.
Redescubrir el genio de la ciudad imperial entre la abundancia de iglesias de la Roma pontificia es el propósito del latinista Pierre Grimal. La iglesia es la asamblea de los fieles, la catedral su casa, y la basílica el palacio del Señor. Estas filiaciones evidentes inspiran la construcción de edificios sagrados y orientan sus funciones como lugares de oración y recogimiento. Mármoles blancos y de color, líneas suaves y perspectivas luminosas, elipses, círculos de exuberancia barroca, las magníficas secuencias fotográficas exponen lo que el texto explica: cada iglesia de Roma es un mundo particular donde se conjugan la intimidad del recogimiento y la exaltación gloriosa.