f. 57r, Prefiguras de la anunciación: Moisés ante la zarza ardiente y el vellón de Gedeón
La pintura muestra a Moisés, barbado y de cabellos largos rematados en forma de cuernos, sentado en el suelo y quitándose un zapato –el otro pie está descalzo–, ya que, según la voz que oye desde la zarza, se encuentra en una zona sagrada. Si bien aparece como pastor por el bastón que se encuentra a sus pies y las ovejas que se ven al fondo, pertenecientes a su suegro Jetro, no está ataviado como tal. Frente a él, un conjunto de cinco árboles, de copas verdes, ardiendo, de donde emerge el busto radiante de Dios Padre bendiciendo, visto con rasgos juveniles –cabellos largos y barba muy corta–, con atributos imperiales, como las vestiduras púrpuras, la esfera del mundo (sobremontada con una cruz y transparente) y una tiara acabada en una forma cruciforme. En un segundo plano, una gran construcción de tipología similar a las fortificaciones flamencas contemporáneas, una referencia a la Turris Davidica, frente a un lago donde se deslizan dos cisnes.