El Taj Mahal es el símbolo resplandeciente de un amor que aspiraba a ser más fuerte que la muerte, y al mismo tiempo el reflejo imponente de la omnipotencia del Gran Mogol, Shâh Jahân, que lo mandó erigir, en 1632, como sepultura de Mumtâz Mahal, segunda esposa del emperador y madre de catorce de sus hijos. Más allá del romanticismo de la historia, corresponde a Shâh Jahân el haber hecho de la muerte de su esposa un símbolo de belleza y el haber legado a la India y al mundo el mausoleo más famoso.
Arquitectos, artistas y lapidarios unieron sus tradiciones (timurí, india, europea) para levantar esta obra única, cuya realización duró once años (1632-1643). “Han sembrado el mármol de flores de piedra que, por su color y perfume, superan las flores verdaderas.” A estas incrustaciones, comparables a las pietre dure de Florencia (48 variedades de piedras semipreciosas), cabe añadir el exquisito virtuosismo caligráfico de las citas del Corán en mármol negro, que contribuyen a hacer del Taj Mahal un mausoleo fuera de lo común.
