Perteneciente a la sección dedicada al salterio e ilustrando el salmo 109, esta pintura del Maestro del Libro de Oración de Dresde muestra algunos aspectos habituales en la representación de este salmo, que puede entenderse como la protección de Dios y una prefigura del Mesías como rey y sacerdote. Así, en la parte superior central, se encuentra un rompimiento de gloria en que aparecen, sentados en el mismo trono –siguiendo la iconografía imperial romana de retratos de emperadores y cónsules– David, vestido como caballero, recubierto con capa pluvial y con corona imperial; su mano izquierda sostiene otro símbolo de poder, la esfera del universo, de la que sólo se ve la cruz, tapada por el libro que sujeta junto al Padre, con vestiduras pontificias y tiara de tres coronas. Debajo, se desarrolla una escena de batalla, según se narra en Génesis 14, 14-16, que representa a Abraham –en el centro–, con casco y peto dorados abatiendo a uno de los reyes, seguidores de Quedorlaomer, que tenían preso a su sobrino Lot, representado a la derecha de la composición como hombre barbado, con cabeza y ojos bajos, y manos atadas, sobre cuyo casco pone «lod». Los seguidores de Abraham luchan contra los otros tres reyes y sus ejércitos. En segundo plano, se muestra la continuación del relato anterior, como se lee en Gén. 14, 18-20: la bendición de Abraham, representado como el primer caballero de la batalla, sobre el que hay una inscripción dorada donde se lee «abraha[m]», por Melquisedec, rey de Salem y sacerdote, representado con tonsura y llevando un pan en su mano derecha y un recipiente de vino en la izquierda, cuyo nombre aparece con letras doradas encima, «melchisedech»; lo flanquean sus servidores. Al fondo, un ejército, donde destacan cuatro personajes a caballo, saliendo de una ciudad fortificada: probablemente, los cuatro reyes que apresaron a Lot saliendo de Sodoma.
La referencia a la necesidad de recurrir a la fuerza militar para asegurar la pureza y la estabilidad de la fe cristiana es seguramente el aspecto más destacable de esta miniatura, que sin duda figura como una poderosa justificación de la conquista de Granada en 1492. La trascendencia histórica de este hecho es enorme, no sólo por lo que supone tras ocho siglos de ocupación islámica de la península ibérica, sino también en una Europa cristiana que temía la cercanía del poderoso Islam.
La orla que enmarca pintura y texto es la habitual de la escuela de Gante y Brujas de flores tratadas en trampantojo sobre fondo rojo. La mayoría de ellas presenta color morado, y, entre las especies, cabe destacar la aguileña y el lirio, cuyo significado, según el contexto, se relaciona con la Pasión de Cristo, y es posible que, en este caso, pudiera reforzar el contenido eucarístico y de liberación de los pecadores de la pintura.
Perteneciente a la sección dedicada al salterio e ilustrando el salmo 109, esta pintura del Maestro del Libro de Oración de Dresde muestra algunos aspectos habituales en la representación de este salmo, que puede entenderse como la protección de Dios y una prefigura del Mesías como rey y sacerdote. Así, en la parte superior central, se encuentra un rompimiento de gloria en que aparecen, sentados en el mismo trono –siguiendo la iconografía imperial romana de retratos de emperadores y cónsules– David, vestido como caballero, recubierto con capa pluvial y con corona imperial; su mano izquierda sostiene otro símbolo de poder, la esfera del universo, de la que sólo se ve la cruz, tapada por el libro que sujeta junto al Padre, con vestiduras pontificias y tiara de tres coronas. Debajo, se desarrolla una escena de batalla, según se narra en Génesis 14, 14-16, que representa a Abraham –en el centro–, con casco y peto dorados abatiendo a uno de los reyes, seguidores de Quedorlaomer, que tenían preso a su sobrino Lot, representado a la derecha de la composición como hombre barbado, con cabeza y ojos bajos, y manos atadas, sobre cuyo casco pone «lod». Los seguidores de Abraham luchan contra los otros tres reyes y sus ejércitos. En segundo plano, se muestra la continuación del relato anterior, como se lee en Gén. 14, 18-20: la bendición de Abraham, representado como el primer caballero de la batalla, sobre el que hay una inscripción dorada donde se lee «abraha[m]», por Melquisedec, rey de Salem y sacerdote, representado con tonsura y llevando un pan en su mano derecha y un recipiente de vino en la izquierda, cuyo nombre aparece con letras doradas encima, «melchisedech»; lo flanquean sus servidores. Al fondo, un ejército, donde destacan cuatro personajes a caballo, saliendo de una ciudad fortificada: probablemente, los cuatro reyes que apresaron a Lot saliendo de Sodoma.
La referencia a la necesidad de recurrir a la fuerza militar para asegurar la pureza y la estabilidad de la fe cristiana es seguramente el aspecto más destacable de esta miniatura, que sin duda figura como una poderosa justificación de la conquista de Granada en 1492. La trascendencia histórica de este hecho es enorme, no sólo por lo que supone tras ocho siglos de ocupación islámica de la península ibérica, sino también en una Europa cristiana que temía la cercanía del poderoso Islam.
La orla que enmarca pintura y texto es la habitual de la escuela de Gante y Brujas de flores tratadas en trampantojo sobre fondo rojo. La mayoría de ellas presenta color morado, y, entre las especies, cabe destacar la aguileña y el lirio, cuyo significado, según el contexto, se relaciona con la Pasión de Cristo, y es posible que, en este caso, pudiera reforzar el contenido eucarístico y de liberación de los pecadores de la pintura.