Las primeras luces del alba empiezan a iluminar un paisaje rocoso por el que ya cabalgan los soldados de Herodes, encargados de exterminar a todos los niños menores de un año. La Sagrada Familia huye a Egipto para proteger a Jesús. Sin embargo, los rostros de los tres personajes, incluso el del asno que transporta a la Virgen y al Niño, expresan una dulzura y una suavidad conmovedoras. El Niño juega con una manzana, fruto esférico que puede simbolizar su reinado universal.
Esta pintura demuestra el talento magistral de Jean Bourdichon. La composición, con la Virgen con el Niño en su regazo en primer plano y las montañas rocosas al fondo, recuerda a la Virgen de las Rocas de Leonardo da Vinci.
El maestro Bourdichon realza los pliegues del manto de la Virgen con sus inconfundibles toques de oro.
Esta escena también recoge, en el último plano, la matanza de los Inocentes y, en el intermedio, una representación de la leyenda tardomedieval del «Milagro de la cosecha de trigo», que se popularizó en la pintura flamenca durante los siglos XV y XVI.
La leyenda cuenta que María le rogó a un granjero que contase a los soldados que los perseguían que mientras él estaba sembrando había visto pasar a una familia. A continuación, el campo de trigo empezó a crecer hasta alcanzar una altura que ocultaba a los fugitivos. De este modo, al hablar con el granjero los soldados abandonaron su persecución, ya que concluyeron que debía de hacer mucho tiempo que los fugitivos habían cruzado aquel campo, ya tan crecido.
Las primeras luces del alba empiezan a iluminar un paisaje rocoso por el que ya cabalgan los soldados de Herodes, encargados de exterminar a todos los niños menores de un año. La Sagrada Familia huye a Egipto para proteger a Jesús. Sin embargo, los rostros de los tres personajes, incluso el del asno que transporta a la Virgen y al Niño, expresan una dulzura y una suavidad conmovedoras. El Niño juega con una manzana, fruto esférico que puede simbolizar su reinado universal.
Esta pintura demuestra el talento magistral de Jean Bourdichon. La composición, con la Virgen con el Niño en su regazo en primer plano y las montañas rocosas al fondo, recuerda a la Virgen de las Rocas de Leonardo da Vinci.
El maestro Bourdichon realza los pliegues del manto de la Virgen con sus inconfundibles toques de oro.
Esta escena también recoge, en el último plano, la matanza de los Inocentes y, en el intermedio, una representación de la leyenda tardomedieval del «Milagro de la cosecha de trigo», que se popularizó en la pintura flamenca durante los siglos XV y XVI.
La leyenda cuenta que María le rogó a un granjero que contase a los soldados que los perseguían que mientras él estaba sembrando había visto pasar a una familia. A continuación, el campo de trigo empezó a crecer hasta alcanzar una altura que ocultaba a los fugitivos. De este modo, al hablar con el granjero los soldados abandonaron su persecución, ya que concluyeron que debía de hacer mucho tiempo que los fugitivos habían cruzado aquel campo, ya tan crecido.