La constelación de Libra aparece bajo la versión de mujer vestida con toca y saya, recostada, sosteniendo una balanza desnivelada muy detallada. En la escena terrestre, los trabajos de vendimia realizados en la cella vinaria o bodega, por razón del clima, ocupan toda la escena: a la izquierda un hombre deposita vino en un tonel, con la ayuda de un embudo de madera cuadrangular, lo que se conoce como relleno de barril de vino. Un campesino, vestido «en cuerpo» –con ropas sorprendentemente limpias, dentro de la idealización iconográfica de las Grandes horas– realiza, posiblemente, la segunda pisa de la uva. Está dentro de un lagar cilíndrico, elevado sobre dos alzas de madera y ligeramente ensanchado hacia lo alto, en donde flotan uvas negras, cuyo contenido se derrama por los bordes y, especialmente, por un canal metálico saliente situado en la parte inferior que desagua el mosto en una cubeta. Finalmente, otro, con vestiduras propias del momento, acarrea un qualus, banasta o cuévano repleto de uvas negras recién recolectadas que echará en el lagar, ya que la pisa comienza tan pronto como se inicia la vendimia; esta tarea tiene la ventaja de no estrujar las semillas ni el escobajo, con lo que se evita aumentar la acidez del vino, estropeando su sabor. Frente a escenas anteriores, el paisaje que se vislumbra tras el lagar es sobrio.
Como la vendimia, la pisa se sitúa casi siempre en septiembre. Desde la Antigüedad, estas imágenes cuentan con una importante tradición iconográfica. Al principio aparecen escenas aisladas para, posteriormente, durante los siglos del gótico, unirlas. Así, en primer lugar, la representación de dos o más personajes realizando una labor de viticultura tiene un origen tardorromano: la pisa de la uva en el lagar o calcatorium fue muy común en la imaginería antigua de meses y estaciones, perpetuándose en Francia y en Italia tanto en pintura como escultura. A esta aportación del arte antiguo, debe unirse la de la ilustración carolingia, que irá evolucionando y enriqueciéndose con la aparición, en época gótica, de detalles paisajísticos y decorativos, hasta llegar a convivir con otras escenas propias del mes. Por su parte, la escena del relleno de tonel o trasiego de vino se encuentra en miniaturas carolingias de la escuela de Salzburgo, alcanzando gran popularidad en ciclos monumentales de los siglos XII y XIII, para retomarse únicamente en algunos calendarios pintados de los siglos XIV y XV. Las cubas, como objetos aislados relacionados con el trabajo campesino, se encuentran ya en estelas romanas; una vez incorporadas a la imaginería románica, ésta se enriquecerá con motivos más o menos anecdóticos, acabando por agregarse al repertorio del calendario agrícola en el gótico. Al igual que la siega, las tareas de vendimia se representan en la mayoría de los menologios septentrionales, ya que, junto a los productos derivados del cereal, el vino era el otro cimiento de la alimentación campesina.
La constelación de Libra aparece bajo la versión de mujer vestida con toca y saya, recostada, sosteniendo una balanza desnivelada muy detallada. En la escena terrestre, los trabajos de vendimia realizados en la cella vinaria o bodega, por razón del clima, ocupan toda la escena: a la izquierda un hombre deposita vino en un tonel, con la ayuda de un embudo de madera cuadrangular, lo que se conoce como relleno de barril de vino. Un campesino, vestido «en cuerpo» –con ropas sorprendentemente limpias, dentro de la idealización iconográfica de las Grandes horas– realiza, posiblemente, la segunda pisa de la uva. Está dentro de un lagar cilíndrico, elevado sobre dos alzas de madera y ligeramente ensanchado hacia lo alto, en donde flotan uvas negras, cuyo contenido se derrama por los bordes y, especialmente, por un canal metálico saliente situado en la parte inferior que desagua el mosto en una cubeta. Finalmente, otro, con vestiduras propias del momento, acarrea un qualus, banasta o cuévano repleto de uvas negras recién recolectadas que echará en el lagar, ya que la pisa comienza tan pronto como se inicia la vendimia; esta tarea tiene la ventaja de no estrujar las semillas ni el escobajo, con lo que se evita aumentar la acidez del vino, estropeando su sabor. Frente a escenas anteriores, el paisaje que se vislumbra tras el lagar es sobrio.
Como la vendimia, la pisa se sitúa casi siempre en septiembre. Desde la Antigüedad, estas imágenes cuentan con una importante tradición iconográfica. Al principio aparecen escenas aisladas para, posteriormente, durante los siglos del gótico, unirlas. Así, en primer lugar, la representación de dos o más personajes realizando una labor de viticultura tiene un origen tardorromano: la pisa de la uva en el lagar o calcatorium fue muy común en la imaginería antigua de meses y estaciones, perpetuándose en Francia y en Italia tanto en pintura como escultura. A esta aportación del arte antiguo, debe unirse la de la ilustración carolingia, que irá evolucionando y enriqueciéndose con la aparición, en época gótica, de detalles paisajísticos y decorativos, hasta llegar a convivir con otras escenas propias del mes. Por su parte, la escena del relleno de tonel o trasiego de vino se encuentra en miniaturas carolingias de la escuela de Salzburgo, alcanzando gran popularidad en ciclos monumentales de los siglos XII y XIII, para retomarse únicamente en algunos calendarios pintados de los siglos XIV y XV. Las cubas, como objetos aislados relacionados con el trabajo campesino, se encuentran ya en estelas romanas; una vez incorporadas a la imaginería románica, ésta se enriquecerá con motivos más o menos anecdóticos, acabando por agregarse al repertorio del calendario agrícola en el gótico. Al igual que la siega, las tareas de vendimia se representan en la mayoría de los menologios septentrionales, ya que, junto a los productos derivados del cereal, el vino era el otro cimiento de la alimentación campesina.