Un campesino empuja en una carretilla a una anciana que sostiene una botella, una horca y un mayal destinado a trillar el grano. La escena se sitúa en un interior, seguramente de un granero, a juzgar por las gavillas de trigo de la derecha. Sin duda alguna, la anciana está ebria. Ha abusado del contenido de la botella, que tal vez ha robado al señor para quien trabaja (puede verse un escudo en el centro del frasco), hasta el punto de no poder andar pues su compañero la lleva en una carretilla. A no ser que, ebrio él también, se divierta desplazándola así.
Raras son las miniaturas que muestran para los meses del calendario campesinos perdiendo la compostura. A menudo se les representa realizando sus labores, dócilmente curvados sobre la tierra que cultivan. Cuando se divierten, sus juegos suelen ser totalmente inocentes: bailan. También en este caso, el hecho de que Robinet Testard haya compuesto esta miniatura a partir de una estampa no es ajeno a esta visión notablemente menos idílica de la condición campesina. El autor ha recuperado un grabado del maestro del Gabinete de Amsterdam, copiado por el maestro BXG, que trataba el mismo tema, aunque con algunas modificaciones […] Más que los miniaturistas, los grabadores alemanes de los siglos XV y XVI no eran indulgentes con los campesinos que ridiculizaban. No dudaban en representarlos deformes, sucios, desaliñados, concupiscentes, codiciosos, bailando, embriagándose, yendo al burdel o peleándose. También los representaban a veces con los atributos de la figura del loco. A finales de la Edad Media, la sociedad ya no era tan clemente con este tercer orden, anteriormente considerado por algunos teólogos como el pilar virtuoso de un sistema que no podía prescindir de ellos. La Europa trastocada de la Guerra de los Cien años conoció de hecho varios movimientos campesinos que buscaban emanciparse de su condición, reaccionando contra las exacciones fiscales o el saqueo de campos, en el mismo momento en que la emergencia de la burguesía urbana hacía la competencia a la caballería tradicional. La voluntad de ascender socialmente era juzgada sin piedad por las órdenes superiores, pues no había peor cosa en la época medieval, sobre todo para la nobleza, comanditarios de estampas y libros, que salirse de su rango.
Séverine Lepape
Conservadora
Museo del Louvre