Anunciando el final del invierno y la llegada cercana de la primavera y el buen tiempo, el mes de marzo, asociado al signo zodiacal de Tauro, se ilustra habitualmente con la poda de la vid. La actividad vitícola era muy importante en la Edad Media, sobre todo por sus implicaciones litúrgicas y simbólicas. Sin duda no es casualidad que Robinet Testard optara por una escena exclusivamente masculina, algo bastante inusitado en el calendario del Libro de Horas de Carlos de Angulema. Probablemente buscaba llamar la atención sobre la actividad tradicional del mes, sin añadir ninguna connotación cortés o amorosa.
Así como, al fondo, los árboles del bosque presentan ya una frondosidad considerable, las cepas que están podando los dos hombres todavía están desnudas, poniendo en evidencia su característica forma retorcida. El personaje de la izquierda, inclinado hacia delante, se dispone a hundir el azadón para remover la tierra. El de la derecha se ve de espaldas, una decisión del artista bastante original; de este modo la mirada del espectador se dirige a la hoz que lleva en la cintura y que le servirá para podar la vid.
Maxence Hermant
Conservador - Bibliothèque nationale de France