La ilustración de f. 55r está enmarcada de arriba abajo por ocho compartimentos de flores, cuatro a cada lado con doce matas en total que acompañan las dos escenas, entre las que se han encajado las primeras palabras del oficio de nona de las horas de la Virgen.
La primera y principal escena nos muestra la presentación de Jesús en el templo: «Y cuando se cumplieron los días para que, según la ley de Moisés, ellos fueran purificados, llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo ante el Señor y cumplir con lo que está escrito en la ley del Señor: 'Todo primer hijo varón será consagrado al Señor', y para ofrecer un sacrificio en cumplimiento de la ley del Señor, que pide ?un par de tórtolas, o dos palominos?» (Lc 2, 22-24). No hay rastro de esas dos aves en la miniatura. El templo está representado como el interior de una iglesia medieval. El niño Jesús nimbado aparece de nuevo completamente desnudo, contra toda lógica, pero de acuerdo con lo habitual en la iconografía medieval, y el gran sacerdote, que porta una especie de mitra y está situado detrás del altar, lo sostiene sobre una tela blanca. El propio Jesús parece hacer un gesto de ofrenda. Al otro lado del altar vemos en pie a María, ataviada invariablemente con un vestido azul, largo y lujoso, y dotada de un nimbo decorado. Su figura ocupa el centro de la miniatura y constituye su eje. Detrás suyo se encuentran José, nimbado y con las manos juntas, y dos jóvenes también nimbadas. Un ángel asiste a la ceremonia, también con las manos unidas piadosamente en señal de oración. El Evangelio de Lucas cuenta que en aquella ocasión llegó, movido por el Espíritu Santo, un anciano llamado Simeón, que tomó a Jesús en brazos y lo bendijo (Lc 2, 25-35), así como la profetisa Ana: «En ese mismo instante Ana se presentó y dio gracias a Dios y habló del niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén» (Lc 2, 36-38). Sin embargo, la miniatura obvia tanto a Simeón como a Ana, pues decir que esta sería una de las dos jóvenes nimbadas sería ignorar la precisión aportada por Lucas: «Ana era una profetisa de edad muy avanzada [. . .] de ochenta y cuatro años» (Lc 2, 36-37).
Bajo las palabras ya habituales Deus in adjutorium meum intende, una pequeña miniatura representa la huida a Egipto, relatada en el Evangelio según san Mateo (Mt 2, 13-15): «Después de que los sabios partieron, un ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: 'Levántate, toma al niño y a su madre, y huye a Egipto. Quédate allá hasta que yo te diga, porque Herodes buscará al niño para matarlo'. Cuando él despertó, tomó de noche al niño y a su madre, y se fue a Egipto». La miniatura no refleja el hecho de que dicha huida se produjera de noche, si bien el cielo está estrellado. Vemos a la Virgen montada en el burro a asentadillas y aferrando contra la mejilla a un Jesús bien fajado. José va delante y lleva al burro por la brida. Los rayos de la paloma del Espíritu Santo ubicada en la D capitular de la oración iluminan el grupo.