Como sucede a veces en este libro de horas, f.66r es una página que hay que mirar, por así decirlo, de abajo arriba, puesto que la Asunción, en la parte inferior, precede a la Coronación. La miniatura de la parte superior representa, en efecto, la culminación de la Asunción, es decir, la coronación de la Virgen en el cielo, cuando llega y se arrodilla con las manos juntas ante Dios, portador de una tiara y un orbe, sentado en un trono solemne en presencia de la corte celestial. Detrás de María, un ángel le sujeta la cola del manto. Otros dos ángeles reunidos bajo las alas de una paloma de un color oscuro (por la oxidación de su tinta plateada) sostienen conjuntamente una corona que se disponen a colocarle en la cabeza. En los márgenes vemos a más ángeles que dan fe del júbilo del cielo: el de arriba a la izquierda toca el arpa, los dos de la derecha, protegidos también por una paloma con las alas desplegadas, conforman un dúo que entona una partitura musical, la pareja situada debajo toca el órgano y, por último, el de abajo del todo la viola de arco. Entre todos, constituyen una auténtica orquesta, como la que ya hemos visto anteriormente (f. 41r).
La miniatura situada debajo de esta imagen principal supone la Asunción propiamente dicha, con la Virgen en busto en lo alto del cielo, rodeada de un semicírculo de serafines, y su tumba vacía debajo, prueba indirecta y fehaciente, por si hiciera falta alguna, de que en efecto ha conocido la muerte y ha sido inhumada, pero sobre todo de que su paso por la tumba ha sido breve, a imagen del propio Cristo, según pudieron constatar las Miróforas por invitación de los ángeles en la mañana de Pascua. De un modo distinto al de su hijo, pero también como él, resucita y de inmediato asciende al cielo. El texto inscrito en los tres lados del marco lo señala a su manera: assumpta est Maria in coelum et gaudent angeli («María ha ascendido al cielo y los ángeles se regocijan»).