En la parte superior, Jesús, vestido con una túnica sencilla y las manos atadas, flanqueado por dos soldados que han ido a detenerlo y lo agarran de los hombros, comparece ante Pilatos, el cual lo somete a un interrogatorio (Mt 27, 2-11). El prefecto está sentado majestuosamente en un trono en lo alto de unos escalones, con los pies apoyados en un cojín. Se diría que el pequeño personaje de atuendo amarillo decorado con tréboles rojos aprovecha la oportunidad para acusar a Jesús. Detrás de este, una muchedumbre muy densa de soldados, y al fondo, un personaje que sostiene una fuente honda y circular. Al otro lado del trono de Pilatos, un fariseo vestido lujosamente con un manto azul y un sombrero puntiagudo rojo con vuelta blanca parece mostrarse arrodillado. Detrás de él hay varios dignatarios con sombrero, todos de pie.
En la miniatura inferior, Jesús, ya coronado de espinas y atado a una columna, desnudo excepto por el perizoma, sufre la flagelación que le infligen dos soldados armados de azotes (Mt 27, 26), un suplicio romano que precedía a la crucifixión. El cuerpo de Cristo está cubierto de gotas de sangre.
Entre las dos miniaturas, la paloma del Espíritu Santo se representa en escorzo en la D capitular del principio del oficio: Deus in adjutorium meum intende . . .
En la parte superior, Jesús, vestido con una túnica sencilla y las manos atadas, flanqueado por dos soldados que han ido a detenerlo y lo agarran de los hombros, comparece ante Pilatos, el cual lo somete a un interrogatorio (Mt 27, 2-11). El prefecto está sentado majestuosamente en un trono en lo alto de unos escalones, con los pies apoyados en un cojín. Se diría que el pequeño personaje de atuendo amarillo decorado con tréboles rojos aprovecha la oportunidad para acusar a Jesús. Detrás de este, una muchedumbre muy densa de soldados, y al fondo, un personaje que sostiene una fuente honda y circular. Al otro lado del trono de Pilatos, un fariseo vestido lujosamente con un manto azul y un sombrero puntiagudo rojo con vuelta blanca parece mostrarse arrodillado. Detrás de él hay varios dignatarios con sombrero, todos de pie.
En la miniatura inferior, Jesús, ya coronado de espinas y atado a una columna, desnudo excepto por el perizoma, sufre la flagelación que le infligen dos soldados armados de azotes (Mt 27, 26), un suplicio romano que precedía a la crucifixión. El cuerpo de Cristo está cubierto de gotas de sangre.
Entre las dos miniaturas, la paloma del Espíritu Santo se representa en escorzo en la D capitular del principio del oficio: Deus in adjutorium meum intende . . .